La Reina Fabiola de Bélgica cumple hoy 80 años y al enterarme hoy mismo, mediante el widget del blog,
me decido a escribir sobre esta mujer de apariencia fragil y vida anodina pero rodeada de circunstancias singulares que contrastan con ella.
Fabiola de Mora y Aragón nació en Madrid y tuvo el privilegio de tener como madrina de bautizo a la Reina Victoria Eugenia, siendo la tercera hija del marqués de Casa Riera. De su familia sólo se sabe su ascendencia catalana y la vida (y peripecias) de su hermano, tres años mayor, Jaime. Tuvo una adolescencia y juventud acorde al entorno en el que vivía, pronto destacaría por fuertes creencias religiosas y aunque parecía que su vida hubiera acabado en un convento, ella aspiraba a casarse. Tenía cierta afición literaria en forma de cuentos cursis y melodramáticos y también gustaba de mantener correspondencia (¿escribirá hoy emails?) que firmaba como Fabiola H. M. (Hija de María, para dejar constancia de su religiosidad).
Su nombre aristocrático (recordad la obra del cardenal sevillano Wiseman) unido a su pomposo apellido (a mí siempre me ha parecido muy cómico por aquellos de las frutas moras de Aragón)
salió de su círculo de rezos, paseos y té con pastas benéficos,
cuando se anunció su boda con un príncipe, extranjero nada menos. Eso si, cuando todos vieron a Balduino de Bélgica se supo porque se había enamorado de la nada agraciada Fabiola. No quiero ser cruel, de hecho me cae bien, de lo contrario no hablaría de ella, pero nunca fue un patito feo o se olvidaron los dioses de la metamorfosis. Existen varias elucubraciones de como se conocieron. De Peñafiel leí (
Bodas reales) que se conocieron en la consulta del doctor Barraquer. Ella acompañaba a una tía y él iba a compañado de su madastra acomplejado como estaba por las gafas. Aunque siempre me he quedado con la duda de qué le hicieon pues siguió usando grandes gafas de pasta negra, supongo que no habría operaciones con láser por entonces.
Un gran estupor causó el anuncio de su compromiso, sin duda. Él, no dejaba de ser un príncipe reinante (llevaba 9 años en solitario en el trono), de un próspero país de la Europa occidental, pujante como miembro fundador de la neófita Cee. Así que todas las muchachas aristócratas del país se corroyeron de pura envidia ante la suerte de la muchachita, que se topaba con un destino jamás soñado por ella ni para ella. El régimen franquista quiso y supo manejar hábilmente tal sonora boda como propaganda del nacionalcatolicismo y la boda, en diciembre de 1960 (lució traje de Balenciaga con remates en cuello y mangas de piel de armiño), fue la primera retransmisión televisiva europea que aquí se vio. Fabiola supo mantenerse al margen de la familia Franco y no volvió a usar la diadema que recibió como regalo de boda. Era
vox populi que era falsa.
Cuando Fabiola llegó a la corte belga se encontró con una famlia política de lo más peculiar, que hasta la fecha queda escindida en dos, no porque se encuentre dividida sino que son las bipolaridades del carácter las que destacan.
Balduino de Bélgica era hijo de Leopoldo III y Astrid de Suecia, mujer elegante y bellísima que murió muy joven y trágicamente (la Gracia de Mónaco de entonces) dejando tres hijos de muy corta edad (Josefina Carlota, ya fallecida, que fue Gran Duqesa de Luxemburgo; Balduino y Alberto). El rey abdicó y se refugió en su nueva familia morganática que tuvo con Liliane Baels, más conocida como Princesa de Rhetty. El ¡Hola! solía entrevistar a menudo a María Esmeralda, una de las hijas. Aunque el pueblo belga no olvidó a su "princesa", la madrastra resultó buena y Balduino sí se llevó bien con ella que le ayudó a superar sus complejos y timidez.
Su hermano Alberto era totalmente opuesto: aventurero, extrovertido y de buen parecer.
Se casó pronto con una bella aristócrata italiana, Paola Ruffo di Calabria, que pronto deslumbraría las recepciones de las monarquías europeas con sus escotes halter y su descoco mediterráneo. Cuando aún resonaba su audacia capilar en un corte desenfadado a lo garçon, se le atribuyeron todo tipo de romances (la Carolina de Mónaco de entonces) con
canción incluida del paisano Adamo. Ya ven qué parecidos eran los hermanos y sobre todo qué afinidad la de las cuñadas. Todos en Bruselas, porque Josefina Carlota que podía competir con Fabiola en fea (como la serie de tv) se encontraba cerca, en Luxemburgo, pero no allí.
Fabiola y Balduino no tuvieron ningún hijo. Cada equis tiempos se hablaba de un embarazo y hasta este mismo año en una entrevista no ha hablado ella de los 5 abortos que tuvo, por lo que fue un tema de mutismo en palacio y habladurías en la calle. Cuando se casaron ya tenían un sobrino, Felipe y es más que probable que Alberto y Paola mantuvieran las esperanzas de que el trono recayera en ellos, entonces. Pero hubo boda y un reinado común de 30 años largos.
Mientras ella reinaba entre belgas, flamencos y valones; su díscolo hermano,
Jaime de Mora y Aragón,
lo hizo en Marbella. Con su conocida apariencia de aristócrata trasnochado, alardeaba de reunir todos los vicios que evitaba su virtuosa hermana y se convirtió en figura caricaturesca de varias "españoladas" del cine de los 60. Detrás de eso se encontraba un anfitrión encomiable durante 30 años junto a su esposa Margit y desconocidas apariciones como la de Nicolás y Alexander, de Bergman.
En 1990,
el rey Balduino protagonizó un hecho singular que mostraba la firme adhesión a sus convicciones de creyente.
Abdicó durante un día mientras en el Parlamento se aprobaba una ley de ampliación de los supuestos de aborto. Aquí, se preguntó al nuestro su parecer, pero se desmarcó rápido con un "yo no soy Balduino". Sí, eso lo sabemos todos, en especial la Sofi. Pero nadie reparó entonces que fue su hermano Alberto quien estuvo 24 horas en el trono.
El rey Balduino murió repentinamente en 1993 de un ataque cardíaco, en su finca (en realidad de ella) de Motril durante una estancia estival, aunque eran muchas las escapadas que hacían. Fabiola, la reina Fabiola que siguió siendo, se vistió de luto blanco, mantuvo alzadas las puntas de su media melena y mengua físicamente en cada acto real, mientras sigue recibiendo el cariño del pueblo belga. Todos daban por hecho que el heredero de Balduino sería su sobrino Felipe, pero fue su hermano, como Alberto II, el que subió al tono. Yo me pregunto si se traicionó la palabra dada y faltó un testamento escrito. Lo cierto es que Alberto y Paola parecían recuperar su sueño 30 años después pero yo no diría eso viendo lo ancha que pilló desprevenida a Paola ese acceso maduro al trono y el afecto sincero que parecen desprender. O será que me recuerdan a mis padres.
Felipe de Bélgica reinará sin duda, aunque le coja viejales como a su tocayo (el nuestro). No se casó con la infanta Cristina (qué más quisiera ella) sino con una belga que será la primera reina originaria del país. Una chica de origen noble con estudios de educación, con rasgos dulces y parece afín al carácter calmoso y reservado de Felipe. No dejan de tener hijos, ciertamente.
Baldunio y Fabiola constituye una pareja de amor del siglo xx en toda regla, no es vistosa como la de Grace y Rainiero de Mónaco ni tan melodramatica como la de Soraya y el Sha de Persia pero además de antojárseme como una isla ajena a las circunstancias que le rodearon, sí resaltan por su sencillez, compenetración mutua y amor.