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Siempre recibimos cuando damos.

Una canción

sábado, 20 de marzo de 2010

El diablo viste de Zara (*)

A raíz del post anterior, frente al pegajoso bombardeo que hace el Corte Inglés (sin ir más lejos, mientras posteaba, habré escuchado el anuncio el triple de veces que el resto de los anuncios del post) a la hora de anunciarse, he caído en la cuenta de que hay una marca de ropa que no se anuncia. Vamos que no se gasta un duro en publicidad, siendo una de las empresas españolas que más factura cada año y que se ha convertido en emblema del comercio español en el extranjero. Hablo de Zara, la marca insignia del conocido grupo textil Inditex. Este año, en medio de la atroz crisis, han superado sus ventas, sobre todo en las tiendas internacionales y se codea con marcas como Disney o Coca Cola, habiendo superado a Levi's. ¡Ahí es nada!.

Muchos se preguntarán qué tiene Zara para triunfar. Habría que preguntarse qué tiene para gustar a millones de personas (ya no sólo a mujeres). Para cuestiones financieras, bursátiles y acaso de microeconomía, ni los expertos tendrán respuestas.

Hablaré de mis recuerdos de cuando se implantó en Sevilla y un poco de lo que me haya comprado por allí. Supe de la tienda de Zara por L., nuestra vecina de José Laguillo, que era la moderna (y la liberal) del barrio. Hablo de los años 1986 ó 1988. No soy capaz de ponerle fecha exacta, la verdad, y en Internet no he dado tampoco con ningún dato de cuándo se abrió aquí la primera tienda. Lo que recuerdo es que por aquella época L. solía enseñarle a mi madre y a mi hermana la ropa que se compraba. Y a mí me encantó un chubasquero naranja con su forro a cuadros, ¡qué era reversible!. Me pareció lo más underground y cool a la vez. Ya conté que mi trendsetter de entonces era M., la dependienta de Reguera. Mi vecina, independiente, sin compromisos, sin hijos, que viajaba un montón, le iba a la zaga. Y también recuerdo que nos contó (me veo a mí misma escudriñando detrás de mi hermana y de mi madre que estaban en el quicio de la puerta y no me dejaban cotillear a gusto) que se lo había comprado en la nueva tienda que habían abierto en la Campana, en la esquina de Alfonso XII, antes de llegar al Simago. La tienda sigue abierta allí. "Se llama Zara", dijo el nombre porque no le sonaba a mamá y "aí"(**). Yo pensé que era una marca inglesa y que se llamaba así en honor de la hija pequeña de Ana de Inglaterra. Mi madre y mi hermana veían aquella ropa muy moderna y por aquella época, mi hermana, pija entre las pijas, se compraba la ropa en Don Algodón.

Poco después, recuerdo a mi hermana comprarse ropa en Zara. Recuerdo dos anécdotas al respecto: que copiaba los modelos y se los hacía nuestra modista, como una chaqueta azul con cremallera y otra de tapicería y que le mintió a su mejor amiga diciéndole que la misma blusa que tenían ellas dos, no era comprada por ella sino un regalo. La camisa, de cachemira en tonos verde musgo y burdeos, ciertamente era ideal, ¡yo llegué a ponérmela! (***)

Cuando empecé la carrera y estaba adquiriendo mi autonomía indumentaria (el primer rompehielo fue comprarme en Cou mi abrigo negro; me lo compré en Zara con el regalo navideño de mi abuelo Diego - 20.000 ptas. - invocando que era el abuelo el responsable de la compra; y digo "mi" porque lo conservo y es iiideal). Pues eso, que en mi época de jovencita, Zara era lo más in aunque a mí lo que me gustaba era su colección Trafaluc (esperad que mire para asegurarme la etiqueta de mi camisa de pana con punto de cruz y puños de cuadros; sí, ya sé que no se lleva, pero calienta tela en invierno y como uso chalecos de cuello vuelto no se ve y si me pasa algo en medio de la calle no se enfada mi madre porque no tiene el cuello estropeado :D). Y conservo la camisa (ésa no la uso, se le hizo un siete hace poco) que me ponía cada primer día de universidad que es de For Sail (esa colección ya ni existe). Mi madre, cuando íbamos de compras -siempre fue así, ahora compro absolutamente sola-, decía que la ropa estaba muy mal hecha, así que yo también me hacía ropa con la modista, sobre todo mis trajes de chaqueta que estrenaba cada Domingo de Ramos. En realidad, ni yo misma me aclaraba. Lo mismo un día era hippy, que pija, que un muy nada femenina. Como dice mi madre hoy día, y con razón, "tú mucho rebelarte de adolescente y ahora que haces lo que te da la gana vistes muy clasicona".

Pues eso que me compraba trapitos en Zara pero siempre compraba en otras tiendas. Me encanta descubrir tiendas nuevas y hoy día me pateo incluso barrios o zonas por donde no suelo transitar. Mis amigas, en concreto R., se lo compraban t-o-d-o en Zara. ¡Qué horror!. Vale que la ropa de El Corte Inglés era horterilla y que la de Mango a mí me parecía de puticlub (hoy la sigo viendo demasiado de lingerie y nunca le vi un estilo definido) pero hay otras tiendas. Es verdad que hoy hay más variedad. Yo me compro la ropa en Precchio, bastante, y en Amichi (aquí más en rebajas), en Pimkie cuando estoy más delgada y hay cazadoras vaqueras y blusones hippilongos chulos, en Springfield cuando tengo el ramalazo de look dandy, en el Corte Inglés hay algunas cosas sueltas, más que nada en Sintesis, Yera, han caído un par de caprichos de Liz Clairbone (la moda de esa americana me hace gracia aunque no esté de moda) Y la ropa sport a lo campiña inglesa de Lloyd's me gusta bastante. Bueeeno, subo de planta, me encanta las firmas de vaqueros, añoro las sudaderas Liberto, en verano, sólo entonces, me creo que estoy en la selva con el coronel Tappioca, y me gustan pantalones y chalecos de Sfera. Luego están los puestos de los hippys en el Duque, las tiendecillas de Regina (la zona cercana a Feria, claro, no las del principio, ¡qué contraste xD!), Amor de Dios, las cinco primeras tiendas a ambos lados del arranque de Alcaicería (tienen cosas súper originales). Uhmm no sigo que revelo mis sitios, jeje, de hecho me he callado la tienda que he descubierto este año :D).

Con R. llegué a coincidir varias veces y eso es algo que detesto y cada vez es más difícil no llevar algo que no te lo encuentres. Ver a alguien que lleva lo mismo que yo ¡no lo soporto!. Tengo la teoría de que hoy es fácil vestir bien. La gente, en general no tiene gusto propio, pero si entran en Zara y se encuentran los conjuntos ya hechos, la ropa alineada por color y buscan lo más parecido, nunca será lo mismo guapina, que llevan las tiparracas de Victoria Beckam (la tía más hortera del planeta, Armani eres un vendío), Kate Moss o Elsa Pataky, entonces sí visten medianamente bien, pero ya no será una chica que veas por la calle sino 10 por lo menos. Ésa es la razón de que no me llamen la atención las campañas de H&M y de que me guste el blog de mi paisano. Yo no soy una tía de lo más moderna, pero me he puesto cosas que no se han llevado y eso sí, en cuanto han empezado a llevarse, me lo he dejado de poner (blusas sin botones y con lazadas, broches, vestidos con petos). Y otras, llevo años poniéndomelas y para los restos (medias de colores, faldas vaqueras, gorros, camisas de rayas).

Pero es verdad, ahora que lo pienso, hace tiempo que no compro tanto en Zara. En realidad, siempre me pareció muy decadente ver la ropa amononada, totalmente desordenada, tirada en el suelo llevando cientos de olores sobaqueros. Y cuando te toca pagar me entra la vena feminista-anticapitalista-poschorra como diría Josito de "¡joder! ¿qué hago guardando cola y esperando un montón de tiempo??". Al menos las dependientas no son tan canis como en el resto de tiendas. No son obsequiosas como las sufridas del Corte Inglés, pero como llevan ya unos años trabajando suelen ser treintañeras bastante correctas. Y ya hay dependientes, de hecho uno de los primeros fue mi vecino M. (el que de chica me levantaba los polos para verme... las etiquetas de Lacoste). Hoy día, mientras más borde y más chicles masquen ruidosamente más opciones de que las contraten. He renunciado a preguntar. Entro, me pruebo y pago. Con un hola y un gracias).

En realidad, aunque Zara sea la obrera del rico panal de Amancio Ortega, la empresa cuenta con un puñado de firmas cada vez más diversas. Yo apenas entro en otras y creo que a más de una le pasa lo mismo. Sólo compro algo que me guste de Massimo Dutti, pero muy de año en año; en Stradivarius tengo complejo de ser la tía de las que están viendo ropa, en Bershka, peor aún, ya se les ocurrió en Facebook la sensación que me da. Después están Oysho, pero yo compro en Women'Secret; Zara Home, entré una vez y me espantaron las sábanas marrones y las vajillas azul marino. Yo en casa parezco hija de Titanlux: sólo quiero alegres colores. Buscando las webs para enlazar descubro que Uterque también lo es. Sé que es de complementos, pero lleva poco en Rioja y no he entrado. Y Pull and Bear donde habré entrado dos veces. Por cierto en Sevilla, la calle más comercial ya no es Sierpes (que languidece tristemente) sino Tetuán que en precios precrisis se quería codear con Serrano y cía. Pues el mejor sitio, las cuatro esquinas de oro están copadas por tres tiendas de Inditex: Zara, Stradivarius (¿sabrán las pantojas que entran lo que es?) y Massimo Dutti.



este año se llevan los zuecos de plataforma
(paso de ir a lo Leti)

En los últimos tiempos leo en las revistas que lo que hace Zara es copiar diectamente de diseñadores y pasarelas. Sobre todo de gente nueva estilo Hoss Intropia, Custo Barcelona, el tristemente fallecido Alexander McQueen, Stella McCartney. Ya digo que yo no compro con esa intención así que no me había fiajdo en eso. Pero es algo que luego he leído en algunos blogs.




(ejemplos de clones varios: de McQueen, de Cèline y de D&G)

Mi hermana decía que el éxito de Zara radica en su continua reposición de ropa. De siempre renuevan dos días a la semana y es verdad que hay muchísima variedad. La ropa se acaba pronto lo que incita al consumo rápido y masivo y siempre tienen las tiendas con la sensación de estar atiborradas lo que también redunda psicológicamente en comprar. Una tienda con poca o la misma ropa siempre es como un bar vacío. Luego está la proliferación de tiendas. Como política de la empresa, tienen abrir muchas y en los mejores sitios. Aunque eso se está extendiendo a otras marcas. En realidad ya no hay diferencias entre zonas de una ciudad. Por ejemplo la única franquicia que hay en Sevilla de Desigual está en los Arcos, supuestamente lo más cani.


Este vestido de Massimo Dutti sí me gusta

En Londres recuerdo que S. me dijo vamos a entrar a mirar y le dije, mira desde fuera, es como si estuviéramos en Nervión Plaza. Pues eso, que la ropa de Zara, que no se anuncia en revistas, ni en vallas publicitarias, ni en paradas de autobuses, ni en prensa, ni en la tele, ni, ¡en ningún sitio! es la que más se vende.

¿Por qué Coca Cola se sigue anunciando? ¿Porque hacen los mejores anuncios?


Vogue Alemania marzo 2010- Frida Gustavsson por Greg Kadel




(*) El título del post está recogido de este blog.


(**) Así llamaba yo a mi hermana cuando empecé a hablar, primero fue "í", y luego "aí".

(***) hay una camisa que se ha puesto, por este orden: mi hermana, yo y mi padre.

lunes, 8 de marzo de 2010

Y ellas... (rojos y azules brillantes)

Este año no ha habido estridencias ni horteradas llamativas, aunque viéramos a las mamarrachas de siempre envueltas en metros de tela con etiquetas. Pero es que ha reinado no ya el mal gusto que al menos es divertido y personal, sino lo anodino.

Han ido 4 tipas, la mitad sin acertar y la única que nos ha gustado es porque era la mejor en comparación, no porque destacara especialmente.

Kate Winslet no es una fashion victim e incluso dice ser rellenita (¡ja!, hace tiempo que dejaste de tener problemas con la cremallera titánica). Pero Kate es adorable por sí misma y en los últimos años su figura ha recibido inusuales dosis de glamour. Por eso nos sorprende lo bien que asiste a los Oscar en las últimas ediciones. El año pasado acertó y éste también. Una sóla pega: repite ese look años 50. Tal vez porque ha encontrado su fórmula y dirá para qué variar.

Su Yves Saint Laurent era de líneas impecables a juego con su clutch de mano, un favorecedor peinado y su eterno aplomo . ¡Te adoramos Kate!

Penélope Cruz es punto y aparte. Yo siempre he defendido lo hortera que es. Como muchas, en cuanto las dejas sueltas visten fatal. Este año dijo que no iba a preocuparse mucho por el vestido para no parecer que se veía ganadora. Eso lo comprendemos. Pero ir normalita no equivale a no acertar. Fue de rojo. Uhm, la alfombra es roja. Debe ser un traje muy espectacular para que destaque. O de los horteros a los que está afiliada Heidi Klum o de fabulosos Valentino. Eligió un rojo oscuro de Donna Karan. A mí esa diseñadora no me gusta. Es el equivalente a Liz Clairbone en pasarela, pero sin personalidad ni gusto. El traje de Pe era una cortina abullonada, el color no pegaba y ella podía haber lucido más racial.

Hubos dos colores que predominaron en la gala: el rojo y el azul. Afortunadamente no lo mezclaron en plan stars & stripes. Destacó sobre todo el azulado y los tonos brillantes. Aquí debo decir que lo que yo creía ser plateado he leído como dorado. Es cuestión de los matices de las fotos.

Normalmente agrupo a las actrices por elegantonas y mal vestidas pero es que este año..



Ni siquiera comparto la generalizada opinión del acierto de Meryl Streep. Será porque no me gusta el color blanco (menos en ciertas edades). Meryl me cae genial, no sólo es actriz fuera serie (simply the best, Tucci dixit), sino que se le ve maja y simpática, pero por vestir bien nunca ha destacado y yo siempre la veo tipo abuelita. Su traje no me gustó: ni por el escote ni por esas invernales mangas (los puños me recordaban a mis camisetas :D) Tampoco Charlize Theron. No me gustó el vestido por muy Galliano que fuera. Ni el color malva ni las rosas ésas por pechera. Incluso Maggie Gyllenhaal que siempre tiene un look desenfadado y por divertida acierta. Ese vestido estilo pareo de playa pues como que tampoco. Sólo le salvó su siempre belleza fresca y natural (adoro verla con su boca color fresa)


Me topo con una elegantona Demi Moore lo cuál es bastante raro porque lo que es buen gusto esta mujer carece de ello. La pega es que su traje rosa palo es una versión quiero-y-no-puedo del que luciera Pe hace dos temporadas y encima también es un Versace. Las visitas al Twitter la han rejuvenecido, tanto hasta adoptar esa pose de colegiala. La aprobamos con un notable.

Diane Kruger eligió un sofisticado Chanel y le sobran maneras de buena maniquí a esta nueva chica Tarantino, por lo que le damos un notable alto. Aunque en cuestión de gustos no acabo de decidirme si realmente me gusta el modelo que lució. Lo sigo viendo un poco sobrio pese a la originalidad de combinar plisados y las cintas en negro.

Otras:

(de mejor a peor)



Si la gala se define como aburrida, la alfombra roja como correcta.

Aburrimiento + Corrección = Hollywood ??!!!

domingo, 4 de octubre de 2009

El look de la crisis

"Era el 12 de febrero de 1947. Esa mañana en París tiritábamos de frío a 13 grados bajo cero. Faltaban carbón, los periódicos estaban en huelga indefinida. De modo que los franceses fueron los últimos en enterarse de un acontecimiento insólito que había tenido por escenario una mansion particular de la Avenida Montaigne: el nacimiento de un modista; es más, de una moda. Es más: de la Moda. La moda que dictaría la ley desde América hasta Australia

Así contaba la periodista y guionista François Giroud el nacimiento de “New Look”, la primera colección firmada por Christian Dior. Carmel Snow, editora jefe de la revista norteamericana Harper's Bazaar nombró la colección como el “New Look”, cuando dijo:

It’s quite a revelation dear Christian... Your dresses have such a new look” ("Es una revelación, querido Christian (Dior)... tus vestidos tienen un nuevo look").

La primera colección de Dior, su línea "Corolle" (en referencia a la corola de una flor) revolucionó el mundo de la moda y brindó la posibilidad a las mujeres, parisinas y no francesas, de lucirse sofisticadas y elegantes, tras los rigores de la contienda mundial.

Si la guerra y la moda, aparentemente, nada tienen que ver, esa disociación podría encontrarse entre la economía y la moda. La resistencia en Francia no sólo fue una labor militar (o cívica), pues las francesas estaban dispuestas a mantener su reputación de mujeres mejor vestidas del mundo y a pesar de los conflictos, las zonas ocupadas y la carestía general, lograron mantener un estilo que al mismo tiempo afianzaba su independecia en unos años en que accedían al mercado laboral, especialmente a puestos hasta entonces reservados a hombres, ahora en el frente.

No obstante diríase que el estilo que se extendió por la Francia ocupada era bastante extravagante. Mientras el resto de inglesas, norteamericanas, italianas e incluso alemanas asumieron como un deber y un virtuosismo el vestir con modestia y sobriedad, las francesas utilizaban un rojo oscuro para los labios y una gama de colores vivos donde, en loor a su chovinismo, no podían faltar el rojo, el blanco y el azul.

Frente al jolgorio desenfrenado de los años 20, la moda de los años 30 fue mucho más elegante. En la década que nos ocupa, la mujer debía guardar su espontaneidad y optar por lo cómodo cuando no por lo que había. Como en la escena de la llegada de las mujeres de la caravana (Westward the women) cuando piden trajes y un rudo vaquero Robert Taylor reconvertido en caballero les lleva retales de manteles, sábanas y cortinas que ellas primorosamente convierten en faldas, vestidos, blusas y pañuelos. En la moda de los años de la guerra todo parecía calculado y en realidad lo era:

Los viejos pañuelos de seda se convertían en faldas campesinas o turbantes con que recogerse el pelo en las fábricas (en EEUU se prohibió en las fábricas armamentísticas que las mujeres lucieran el famoso peek-a-boo-bang de Verónica Lake que tanto se enredaba con las municiones); se cosían las faldas y asi nace la falda-pantalón, muy cómoda y que abrigaba mejor, y se pusieron de moda los remiendos de estampados de cuadros o topos que al final se lucían más por coquetería que por ardid de tapar el desgaste de la ropa. Por el contrario los sombreros y los tacones (hechos de corcho) subieron en altura estilizando aún más la delgada silueta femenina de entonces. En los sombreros es donde confluyó el afán estiloso aunque el resultado, visto hoy día, nos parecería excesivamente recargado. Cualquier material era colocado con alfileres para lucirlo en los viejos sombreros de fieltro: velos, papel de periódico, bolitas de nácar, botones, cuando no quedaban cintas ni plumas. Mientras más recargado estuviera el sombrero, menos se reparaba en la figura de la mujer.





Lucien Lelong quien fuera presidente del sindicato de la cámara de la costura entre 1936 y 1946, logró sortear las reticencias que había ante cualquier atisbo de lujo o frivolidad y logró salvar la industria de lujo en París. Casas como Laving, Fath, Rochas, y la suya propia, continuaron durante la posguerra y su supervivencia marcaría el auge que vivieron las nuevas casas como la de Dior.

A ojos de los otros países beligerantes, Francia era la potencia narcisista, una Versalles de lo textil, que seguía ofreciendo a sus mujeres vestidos nuevos. Un lugar donde reinaba la extravagancia y que si utilizaba el cinturón no era para apretárselo, desde luego:

En Gran Bretaña, se dictaron en 1941 estrictas normas de racionamiento que afectó a los metros de tela, número máximo de bolsillos, pliegues y complementos. En EE.UU, no hubo restricciones tan estrictas pero imperaba una presión moral sobre la población femenina igual de fuerte. En Alemania, de las mujeres se esperaba un aspecto aseado y modesto. De cara a la galería, estaban mal vistas la seda, las pieles, las joyas y el maquillaje excesivo. En Europa, la mujer empezó a usar estrechas chaquetas de hombros marcados y trajes rectos que adoptaban un aire ligeramente militar. Las faldas se acortaron en mor del ahorro de tela pero conservando siempre el decoro y los sombreros recogían la única fantasaía que se permitían. Las proporciones quedaban totalmente deformadas.





Sólo un lugar en el mundo tuvo la oportunidad de ofrecer a sus féminas todo el glamour y la elegancia que acompañar a la belleza de gráciles cuerpos. En Hollywood, todo se permitió. Es más, se potenció el estilo de las grandes estrellas que lucían trajes de noche con pieles, escotes y joyas deslumbrantes. Era el lugar de los sueños y el mundo, rendido y desperado, cuando no enfurecido en una locura de ira, necesitaba soñar.

En 1945 acaba la guerra y Europa es una gigantesca chimenea humeante. Hay que levantarse y reponerse. Hay dolor y necesidad pero ya acabó todo y hay que mirar al futuro. Aunque la población necesitaba recuperarse, en los primeros tiempos, le costó entregarse al cambio de sentimientos triunfales. La vida social y la cultura resurgieron pero reinaba cierta sensación de pudor de divertirse porque sí.

La apuesta de Christian Dior para que la mujer recobrara la elegancia y la sofisticación arrebatada contradecía todas las teórías de la economía. Su moda era muy femenina, destacaba las curvas y era elegantísima. Las faldas se alargan a los tobillos, hombros torneados, el talle estrecho conforma las llamadas cintura de avispa y la silueta se realza con faldas de vuelo. Era una moda de complementos bien coordinados: sombrero, guantes, bolso y zapatos de agja a juego con el conjunto, pero sin estar especialmente adornados, todo en su justa medida para hacer el vestuario lo más favorecedor posible, recuperándose así la armonía de las proporciones femeninas.

Sin duda la parte más llamativa era la abundancia de tela. Metros y metros de tela. Si en su primera colección, las faldas a 20 cm. del suelo contenian 9 metros de tela, hubo conjuntos abullonados hasta de 25 metrosde tela . Desde entonces a cada época de crisis le correspondería un alargamiento de las faldas y a la bonaza un acortamiento. Un laissez faire, laissez passer para la Moda.

Otra característica sería la simbiosis entre la moda de día y de noche. La elegancia siempre primaba. Las faldas de día se cambian por vestidos vaporosos de noche. Aparentemente era una moda lujosa pero la aparición de nuevos materiales más económicos y resistentes como fibras sintéticas poseían el mismo brillo que la seda o el tafetán y no eran tan delicadas. La ropa de noche constituyó la gran novedad, las muchachitas se acicalaban para pasar veladas de paseo o de cine. Apareció el vestido de cóctel que con los años se haría un must en el fondo de armario, elegante pero menos formal que un vestido de noche, más corto y económico era el conjunto ideal para las primeras horas de la noche en veladas con amigos. Como nos encontramos a fnales de la década, este conjunto se extendería en los 50. Ha llegado hoy día a ser ese traje negro que toda mujer debe tener.

El New Look ha sido reiventado infinidad de veces en busca de ese halo de feminidad que no debe perderse.

¿Hay crisis mejores y peores? ¿O son de ahora y de antaño?

Por la red han circulado estas palabras del sabio Einstein:

"La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque trae progresos. En la crisis nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado

¿Y quién dijo que la moda está ahora en boga?

"Acudí donde existía un taller de estampación para pintar telas, pues en aquel tiempo los vestidos de seda, generalmente de color claro, se pintaban según la moda, y cuando ésta pasaba, se volvían a pintar con distintos ramos y dibujos, realizando así una feliz alianza entre la moda y la economía, para enseñanza de los venideros tiempos".

Son las andanzas de Gabriel Araceli en La Corte de Carlos IV (Episodios Nacionales).

Nihil novum sub solis.

El post se avenía a hablar del look gótico que se estila ahora pero no tengo opinión sobre el gusto de dos adolescentes sino sobre la desfachatez de un presidente de gobierno y eso me estropearía el post. Vivé la frivolité.

lunes, 23 de febrero de 2009

Damas blancas enfilan

Este año se ha corroborado el rumor días antes extendido: que primaría el blanco. Un color de novias para pálidas actrices, no me gustó nada la idea. No me gustan los vestidos blancos, llámense blanco roto, marfil o caíño.

El traje de Penélope Cruz es ciertamente espectacular, un vintage de Pierre Balmain de los años 40 (han dicho que tiene más 60 años, supongo que será de finales de esa década). De lejos las flores parecían brillantes pero son bordados y la falda en evasé abullonada lo hacen encantador, ciertamente. Muy bien peinada, coincido con Pedro Almodóvar en que llevara recogido y con joyas de Chopard discretas y adecuadas. En conjunto se veía lo bonita que es. Lástima que no sepa aconsejar a su hermana y que no tenga estilo propio porque para la calle viste muy hortera.

El vestido de Kate Winslet, de Yves Saint Laurent, era la contrapatida por su color gris metal. Quizás demasiado oscuro para no ser negro pero muy favorecedora en su peinado.

Para mí la mejor fue Anne Hathway con un Armani Privé. Véanla, me faltan y me sobran palabras para describirla.



MÁS NOVIAS
(de mejor a peor)



1.- Jennifer Aniston, de Valentino, no sólo posa divertida sino que derrochaba simpatía. Un aire muy juvenil lleno de alegría y espontaneidad con el que acertó.
2.- Evan Rachel Wood, de Elie Saab, muy estirada en su pose, pero correcta en su elección
3.- Nicole Kidman, un vestido sencillo, de L'Wren Scott, pese a contar con plumajes, el pero es su blancura cadavérica, todo cuenta para ir elegante.
4.- Jessica Biel, de Prada, nunca me gustaon las grandes lazadas como escote o adorno.




CUANDO EL BLANCO NO ES RADIANTE
(de mal en peor)


1.- Marisa Tomei, de Versace Atelier, no iba del todo mal, en tono gris plata aunque la terminación del vestido parecieran tiras de papel, lo malo es que la confundes con una camarera disfrazada.
2.- Mickey Rourke, de Jean-Paul Gaultier, el único chico de blanco, soy de las pocas que intuyó que se quedaba sin Oscar pero me alegro de su resurgir, eso sí, me pregunto qué más papeles le darán con ese careto.
3.- Miley Cirus (Hanna Montana), como cada año, la niña precoz vestida horripilantemente de mujer.
4.- Sarah Jessica Parker, de Christina Dior Haute Couture, y Matthew Broderick se han reconciliado, no ha sido el amor ni su niño el que les ha unido: ¡ha sido su peluquero! con ese lengüetazo de vaca que les endosó a pares.



ARRIESGARON Y GANARON


1.- Natalie Portaman, de Rodarte, preciosa
2.- Alicia Keys, de Armani Privé.



INJUSTAMENTE CRITICADAS

A mí el vestido de Sofía Loren, de Armani Privé, me gusta en sus líneas con el cuerpo en drapeado y unos volantes antes de la caída, es el color avellana claro, pese a su buen bronceado el que la desluce. Y Meryl Streep, con lo horterilla que es (el año pasado parecía vengarse ella de Prada), no lucía nada mal su vestido gris de Alberta Ferreti, sólo quizás le hacía mayor, pero la prefiero así a que parezca un fantoche a su edad. Ambas estupendas como posan aquí.



LAS QUE NO ACERTARON


1- Viola Davis, de Reem Acra, al primer vistazo da el pego porque lejos queda la madre de su película pero la confundías con las estatuillas o parecía un cortinaje de la gala.
2.- Amy Adams, de Carolina Herrera, un año más, elige un tono muy fuerte y parece que sólo se guía por el color de sus ojos o de su pelo. El traje en sí es feucho con esas líneas negras y el desfavorecedor escote.



LAS QUE NO TIENEN ARREGLO
(de pésimas a bochorno)

Tilda Swinton es un caso aparte: elegantísima o mamarracha, se le ve.

Amanda Seyfried, Heidi Klum que recortó su vestido del año pasado, Bridget Fonda, Mónica Cruz, Kelly Preston, Melissa Leo, Whoopy Goldberg, Lara Spencer y Robin Swicord. Beyoncé no ocupa el último lugar en la lista. Escubrir a la bellísima Rachel Weisz de esta espantapinta en una de las fiestas posteriores es de infarto. Así que es la peor vestida de toda la gala.

La última foto es Pe camino de la tele el día después.

(pinchando en las fotos se ven más grandes)

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