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Siempre recibimos cuando damos.

Una canción

lunes, 1 de marzo de 2010

¡Qué vienen los Oscar!

Comparo yo los Oscar con la Guerra Fría. Se pasa uno todo el año esperándolos, tanta es la expectativa que despiertan y luego las reacciones que provocan son diversas. Al encontrarme entre los acérrimos fan de los mismos, no suelen defraudarme.

El resto del año sigo atenta a las noticias cinematográficas en general, no estoy sólo pendiente de los Oscar pero es al terminar la Navidad cuando empiezo a a acordarme del evento. Este año he estado menos atenta de lo habitual pero aún así hace una semana tuve claros síntomas de un "mono" de Oscar. Tenía ganas de ver la ceremonia y descubrir a los premiados. Y como ha habido un cambio de fechas cuando vi el 7 de marzo, me dije ¡Qué vienen los Oscar! como gritaron aquellos tranquilos habitantes de la costa este norteamericana a donde fue a parar un submarino ruso en la entretrenida película de Norman Jewison.

Este año hay novedades. En realidad siempre las hay, algunas más perceptibles que otras para que todo siga igual. Hay una este año que ciertamente es llamativa: 10 serán las películas nominadas en la principal categoría. Supongo que no será cosa del año 2010 y sí presión de las productoras por meter sus películas. Si algo bueno tiene el experiemento es que hayan incluido a la maravillosa Up.

Hacía tiempo que no veía una película tan hermosa y cinematográficamente tan buena. Siendo una película de animación, nos rendimos a la evidencia de que el buen cine no tiene por qué ser interpretado por humanos pero en esta época de avatares, la sencillez y dulzura que desprende este filme es sobrecogerdora. El que me gustara tanto no me ha impedido ver otras, pero reconozco que este año, una vez más, mi cuenta atrás de los Oscar es bastante deficitaria. Suelo ver las películas premiadas a posteriori pero es que últimamente apenas veo cine actual. Por motivos personales que conocéis he estado algo apartada y las pocas películas que he visto eran clásicos (ya que dispongo de poco tiempo, una peli regular de Bogart -El bosque petrificado- siempre seá mejor que una buena peli de Clooney -Up in the air-)

No entiendo por qué han separado de la ceremonia algunos premios. El mayor enemigo de la gala es el tiempo pero con eso se cuenta siempre. No hace falta regalar televisores (sic) a las celebrities como el año que ganó Julia Roberts (en su discurso mandó al diablo la propuesta de la Academia) ni recomendar que no se llore en el discurso de agradecimento como han hecho este año (porque queda fatal, ¡dicen!). Y para colmo uno de los premios desplazados es el Honorífico que este año, ¡por fin! ha ido a parar a la bella y elegante Lauren Bacall. Siento devoción por esa mujer, desde que vi a la chica sensual y provocadora que encandiló a Bogart y a medio mundo con su voz grave, sus pómulos angulosos y esa mirada tan especial. Luego cuando sería la mujer sofisticada de la big apple y cuando en su madurez se mostró como un torbellino sobre las tablas del teatro.

Este año vuelve a estar nominada Penélope Cruz. Lo decimos como si tal cosa, pero no es cualquier cosa. Ayer me rendí ante ella. Vi Volver, película que no me acabó de gustar mucho y aún así sucumbí ante Pe. Ya la había visto en la de Allen y sí, esta chica cambia de registro con asombrosa faciliodad y para mí, eso, es ser buena actriz.

En eso coincidimos muchos, por eso se encumbra a la estupenda Meryl Streep como la mejor actriz de la historia. El título no le viene grande pero lo que no acabo de entender es que la nominen per se. Vi Julia & Julie y es un bodrio de película. El guión es más pasteloso que una milanesa y es una pena tanto talento desperdiciado: el de ella y de la joven Amy Adams.

En la misma categoría de actriz secundaria (los norteamericanos que son más eufemísticos que yo lo llaman Supporting Role o actriz de reparto) se encuentra la maravillosa Maggie Gyllenhaal. Hay rostros nuevos como en cada edición, algunos incluso sobradamente conocidos, como es el caso de la sin par Sandra Bullock. Sólo ella puede estar nominada por primera vez a los Oscar y recibir un enésimo Razzie.

Este año la gala no repite presentador, lo cuál es todo un reto porque en los últimos años se ha ido superando. Aún recuerdo -y echo de menos- a Jon Stewart y Hugh Jackman dejó muy buen recuerdo con sus variados registros de host. Este año, como primicia, tenemos una pareja que ha surgido de la comedieta It's complicated (con la incombustible Streep). Un gracioso (a quien se lo parezca) Steve Martin y un cada vez más neurótico Alec Baldwin - ahora amago de retirada, ahora me peleo con mi hija adolescente-, todo en medio de su sorprendente revival televisivo, son los elegidos.

Ya queda menos. En la web oficial se suceden los reportajes previos y ya se nota el nerviosismo en el ambiente. Son los Oscar, la fiesta del cine por antonomasia. Da igual que no sean unos premios ¿injustos?, que se entregue sin remedio a los maniqueos fuegos de artificio de James Cameron y que ignore la batería de buen cine del prodigioso Quentin Tarantino.

Yo este año veré la gala. El lunes me lo tomo de vacaciones (siempre quise ser funcionaria para cosas como estas :D) así que, en directo iré posteando sobre la moda en la alfombra roja, el desarrollo de la ceremonia y las sorpresas más o menos esperadas de los premios. Entre las webs que siga no podrá faltar el blog Los oscar 2010.

That's entertainment!

jueves, 5 de febrero de 2009

La Duda

Compañera de la certeza

La Duda no está nominada como mejor película a los Oscar pero luce orgullosa 5 nominaciones en las llamadas categorías serias, osea, interpretativas y de guión (sus dos actores principales, sus dos actrices secundarias y el guionista). Eso le da una respaldo considerable en este año en el que El curioso caso de Benjamin Button apabulla con sus 13 nominaciones. Ya se sabe que calidad es preferible a cantidad. Y esta película no compite por cuestiones como sonido o montaje sino por la esencia de todo filme: trama y actuaciones.

En general me ha parecido muy correcta, con un ritmo narrativo bien llevado, constante, sin tiempos muertos y alcanzando, en el momento justo, el clímax dramático, en ese duelo interpretativo y de personajes entre la Streep y Hoffman.

Sin duda, lo mejor por cuanto valioso de la película, son las actuaciones sólidas de estos dos actores que tienen en común su camaleonismo en la pantalla y su trayectoria impecable. No caen en manierismos cuando sus personajes podían prestarse a estereotipos planos en una confrontación entre el bueno y el malo. En este caso, entre la vieja y la nueva escuela o entre las corrientes atrasadas o avanzadas de la Iglesia.

Las interpretaciones, las cuatro en general (quizás la joven Amy Adams es la que más decae como su propio personaje) están por encima del texto, una obra ganadora del Pulitzer del dramaturgo y cineasta John Patrick Shanley. O es que él la lleva a la gran pantalla con excesivo acartonamiento.

A simple vista puede parecer una melodrama relacionado con los reprobables hechos descubiertos recientemente de la Iglesia en la Norteamérica de los 60. La película va más allá de ese contexto y de la historia verídica que cuenta, y por eso resulta interesante. Es un drama sobre nuestras debilidades humanas, denso y por momentos viscoso como puedan ser nuestras miserias. Revolotea por ella la ambigüedad, la duda y la certeza van de la mano y el espectador está reflexionando sobre ello desde el primer instante, sin dejar de disfrutar en su butaca de cine. Pero si no llega a ser por los actores, la película hubiera sido bastante menor. Es excesivamente academicista, le falta garra y mayor tensión para que se hubiera convertido en un clásico de la duda.

(spoiler)

Y la duda que plantea no es la cartesiana, ni siquiera la religiosa de tipo vocacional, sino algo más humano pero tan volátil como el viento: los chismorreos.

Lo mejor: las interpretaciones (atención a la presencia de Viola Davis) y las reflexiones que suscita mientras la ves y que permanecen luego.

Lo peor: el guión flaquea como en la escena de la entrevisa entre los tres.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Mamma mía!

Disco & Love

Cosa extraña, mi amigo A. quería ver Mamma mía! y eso era, para mí, una buena señal cinéfila. Porque mi propósito de verla consistía en:

1.- hace siglos que no voy al cine (tenía mono de cine por tanto)
2.- necesitaba ver una peli animada (qué mejor que un musical)
3.- mi amiga A. ya la había visto y temía que se convertía en otra peli sin verla (una peli que merecía ver en el cine, osea pagar por)

Mi amigo A. no coincidía en ninguno de esos puntos sino que consideraba, dentro de sus gustos cinéfilos claramente indies y orientalizantes, que era una peli que merecía la pena ver en el cine. Eso sí, en el Avenida, en V.O.S. Porque en lo que sí coincidimos es en nuestra no afiliación a la música disco ni especial pedilección por pantalones campanas, plataformas y Donna Summer (aquí la versión europea con Abba).

¿Me gusta el grupo Abba? Sí, sus canciones son alegres, pegadizas, me recuerdan a mi infancia cuando oía el Chiquitita y forman parte de la época dorada de Eurovisión. Pero no me sé muchas canciones y menos aún las letras (sólo la de Waterloo para ver por qué diantres nombraban que at Napoleón did surrender).

Además siempre lo consideré un grupo muy europeo pero cuando montaron el musical me di cuenta del tirón que tenía a nivel mundial y en especial en Estados Unidos, de donde, como no podía ser menos, ha salido esta película. En realidad ha salido de Rita Wilson, la mujer de Tom Hanks, que se apunta a cada boda griega por aquello de su ascendencia.

Y sí, la película logra animarte, entretenerte y zambullirte en una alegoría del amor en la madurez, de recuperar el amor (y los ritmos) perdido. El mensaje está muy claro y sobre todo a quién va dirigido: eres una mujer y debes salir adelante, tú eres la dancing queen, no lo olvides y por mucha soledad o ruina económica que tengas, no debes dejar de sonreír. Por que de eso se encaragará el trío la la la de esta película tan femenina feminista.

Estoy siendo muy injusta porque entre el marujoneo del trío hay una mujer, una actriz que brilla con luz propia. Es la incomparable e incombustible Meryl Streep. ¿Qué tiene qué demostrar a estas alturas? Después de hablar con acento polaco, danés, francés, ser heroína romántica, madre sufridora, amante lesbiana, o una mujer norteamericana de clase media. No es una novedad verla participar en comedias, involucrarse en su trama, pero más que participar, verla desmelenarse. Pero aquí asume un riesgo más: canta y baila. Sí, canta con su propia voz y en mi opinión no lo hace mal. Lo de bailar ya es aparte. No es que lo haga mal es que sencillamente se contonea, se dobla y se retuerce como de goma. Espectacular la escena del salto en la cama (lástima que el resto de cincuentonas se contenten con mover los pies al ritmo del dancing queen cuando en sus casas quieran animarse).

Su vitalidad es tan arrolladora que se come a la jovencita que hace de hija y al trío calavera que pasaba por allí. Pierce Brosnan, desmejorado como gusta lucirse ahora, taambién canta con su voz y demuestra la simpatía que muchos le negaron durante años.

Y todo ello adornado por las cintas azules del mar Mediterráneo y blancas de calas pintorescas que envuelven este exaltado que no vibrante musical. Porque la trama no sólo es simplona sino ramplona ya que la película tarda en arrancar.

Pero centrándome en el aspecto musical, me pregunto si al resto le pasa como a mí, sobre todo a los muy fan de estos musicales que por fin han llegado a nuestras tierras. Cuando ya sabes de qué van las canciones, ¿no "juegas" a adivinar qué próxima canción saldrá? y sobre todo, ¿según las escenas no te adelantas y te dices "ahora cantarán esta"?. Como en la escena de las deudas, que "pegaba" 'Money, Money'. Y claro, la cantan. Yo no soy aficionada a los musicales. Me refiero a estos que se han puesto de moda. Sólo fui a uno, a rastras, el de Mecano y me pasé todo el tiempo adelantándome a las canciones que venían. Será que estoy acostumbrada a los musicales de Hollywood de antaño y que no sé qué canción venía con lo que presto atención a la trama y me dejo llevar por los pasos y bailes.

Esta película, en definitica, la veo en la línea de Hairspray que es muy reciente. Ambas son coloristas y preciosistas, es cierto que te hacen mover en la butaca del cine (me imagino que más en tu propia casa) pero resultan demasiado chillonas y horteras. Desde luego el musical de hoy día nada que ver con el encanto y el refinamiento de antaño, pero incluso alejándonos del lujo de los años 40, llegaríamos a la juventud obrera neoyorquina de West Side Story, donde también hay encanto, entre tanta algarabía. Y tal vez el refinamiento se halle más en los pasos, en la coreografía. La de Mamma Mía!, no parecía estar hecha por bailarines (me refiero a los coros que secundan a los actores que en realidad sí son bailarines). La clave está en entusiasmar a un público que luego bailará igual esas canciones tal y como la han visto. Y yo, que no sé bailar, no quiero aprender pasos de baile, quiero disfrutar y soñar con el baile.

Lo mejor: el enclave, la puesta en escena, la fotografía y sobre todo Meryl Streep.

Lo peor: en ocasiones bastante barriobajera.

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