Hoy me he levantado con la noticia de que Ringo Starr cumple 70 años. Ahora mismo es el Beatles más longevo. Como se sabe, John y George no entraron en el Olimpo de los rockeros por una muerte lisérgica, sino por un absurdo encuentro y una no menos cruel enfermedad.
Cuando me preguntan por el Beatles preferido suelo aludir al binomio Lennon/McCartney pero acabo decantándome por Ringo. Me parece el más simpático, incluso el más monillo con esa reconocida nariz y esos morritos, y sobre todo el que menos se creyó ser un Beatles. Y siempre queda que supe de los Beatles por él (*).
Leyendo la biografía de Ringo Starr, uno comprueba que por mucho que comparta con sus compañeros de banda -la ciudad natal, ese Liverpool que tanto les marcó, y ese inicio en la música a través del skiffle- les separa una realidad que marca a cualquiera: encadenar enfermedades y pasar parte de la adolescencia en un hospital. Eso dificultó su aprendizaje escolar pero en cambio incrementó su afición y su práctica de la música.
Para bien o para mal, Ringo no fue amigo de juventud como lo fueron Paul y John (como también compartieron pupitres Simon y Garfunkel) y la banda ya estaba formada por lo que fue el último en llegar, allá por 1960 en Hamburgo, sustituyendo a Pete Best, ¡pero menudo reemplazo!.
Ringo es zurdo pero toca batería de diestros y dirigiendo el ritmo con la izquierda da un toque especial con las baquetas, creando un distintivo peculiar. También contribuyó a que la figura del batería fuera un componente más de la banda. Todo ello hacía que incluso se identificara una canción de The Beatles escuchándole sólo a él (**).
Aunque hoy día, especialmente en el día de hoy, se alaba a Ringo como el mejor batería del mejor grupo de todos los tiempos, no es menos cierto que ha sido muy denostado. No componía, no cantaba y optó por ser el más risueño y bromista del grupo, al que mejor le sentaban los disfraces del Sgt Pepper. Pero llegó a componer un par de canciones (Don’t pass me by y la divertida Octopus' garden), puso voz a otras cuantas -una por cada álbum- como Back in the USRR o Yellow Submarine y con su forma despreocupada y a su rollo pero formal en las grabaciones se le bajaban los humos a los divos del grupo.
Ringo Starr se casó con una chica Bond, Barbara Bach, y entró en el mundo del cine como productor y actor ocasional e incluso reside en la actualidad en Beverly Hills (sus contactos con Gran Bretaña son bastante espaciados, salvo el concierto que dio con Paul en Liverpool con motivo de la capitalidad europea de 2008).
Como solista, merece destacar la sucesión de discos sacados al marcado, desde la separación del grupo hasta la actualidad. Precisamente acaba de sacar un álbum que hace el decimoquinto. Eso sí, no ha lacanzado ningún número uno como solista y los muy incondicionales son los que señalan la agenda con las giras de su All Starr Band.
La imagen de Ringo Starr, negra barba, delgado, cada vez menos anillos, se mantiene en las últimas décadas. Y un gesto sempiterno: el símbolo de la paz y el amor con los dedos. Ése es el mensaje que ha querido difundir en el séptimo día del séptimo mes del septuagésimo aniversario. Lo celebrará como sólo cabe esperar, tocando con su banda.
(*) En mi libro de inglés de 5º de Egb había que deletrear su nombre, yo pregunté qué era y oi el nombre del grupo por primera vez. Al poco tiempo, en la tele pusieron unas cuñas con el Twist & Shout.
(**) Áun recuerdo aquel concursante del Tiempo es Oro que acertaba las canciones de los Beatles por los tres primeros acordes de cada canción según se abrían unas cajas.
Una típica calle londinense con sus casas ajardinadas, sus paseos de árboles. No es estrecha, sino más bien diáfanamente despejada. Y se encuentra inusualmente tranquila. Llegan los chicos inusualmente temprano. No es su barrio de residencia, pero como si lo fuera. Desde hace 7 años, el número 3 de esa calle ha ido como su segunda casa. Ya era conocida pero se convertirá en una de las más referidas del mundo. Un simple instantánea, que de simple no tiene nada aunque así lo muestre, se encargará de ello.
Hoy se cumple el 40º aniversario de esa foto. La que haría de portada del último disco de The Beatles. (*)
El paso de cebra de Abbey Road (de la veintena de calles homónimas, la que se encuentra en el barrio de St. John's Wood, al norte de Londres) sirvió de escenario para esa foto, todo un icono pop y que hoy será objeto de homenaje para repetir -no deja de hacerse desde entonces- el paso que dieron los cuatro fabulosos de Liverpool.
El 8 de agosto de 1969, John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr llegaron sobre las 11 al estudio para grabar el album. Iba a llamarse Everest en honor a a marca de cigarillos preferida de Goeff Emerik, ingeniero de sonido de los Beatles, pero se desistió la idea, con viaje al Himalaya incluido. Según Brian Southall, autor de un libro sobre la historia de los estudios de EMI, "hay un dibujo que Paul McCartney hizo de cuatro hombrecillos raros cruzando un paso de cebra", lo que dio idea a la banda.
Salieron a la calle acompañados del fotógrafo Ian Macmillan y a los quince minutos volvieron a la faena.
"Macmillan se subió a una escalera mientras un policía retenía el tráfico. La banda caminó adelante y atrás varias veces y eso fue todo", relató Southall, amigo del fotógrafo a la BBC.
Pero no es todo. Si bien, a diferencia de otras aclamadas carátulas de sus discos, ésta no se caracteriza por la brillantez artística de Revólver o por la desbordante imaginación de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, ni siquiera por mostrarnos las cabezas agrupadas como en Please, Please Me o en Rubber Soul.
Es una foto sin artificios, prácticamente fruto de la casualidad. Pero no exenta de significado si nos fijamos en las vestimentas de cada uno y sobre todo en el detalle de un Paul descalzo. Yo descubrí a los Beatles con unos 11 ó 12 años pero no fue hasta los 15 cuando empecé a escuchar su música y saber de ellos. Gracias a una compañera de colegio que tenía una hermana que era fan total y me pasaba las cintas y las letras. También fue ella la que me contó que a raíz de esta portada, circuló la leyenda de que Paul había muerto. Como es sabido le ha dado tiempo de cantar When I'm sixty four. En Abbey Rad, cada Beatles llevaba la ropa con la que trabajó ese día y se notan las grndes diferencias entre ellos, desde un dandy Lennon hasta un desaliñado Ringo. Eso die pie a la siguiente teoría nada descabellada, por otra parte:
La marcha del grupo representaría una marcha fúnebre donde John, que va todo de blanco, es el oficiante, Ringo que va de riguroso negro es el doliente, George que va en vaqueros con camisa vaquera sería el enterrador y finalmente Paul que es el tercero, sería el difunto. Es el que va descalzo, con un cigarro en la mano como simbolizando las cenizas y lleva el paso descompensado (el cruce de piernas lo lleva al revés que el resto porque por lo demás todos van en fila india).
Abbey Road es la última oportunidad de The Beatles por llevarse bien. En un intento de recuperar el espíritu Beatle, Paul llamó a George Martin para la produccióm el cuál aceptó si se trabajaba como antaño y asegurándose de que John estaba conforme. No obstante, las desavenencias ya eran irremediables y en algunas sesiones de grabación, cada uno contaba con el resto como si fueran músicos de sus propias canciones.
Las discrepancias y sobre todo la dualidad Lennon/McCartney se observan en las dos caras del álbum. Había que aunar más que combinar los puntos de vista divergentes de John y Paul. El resultado es que la Cara A es un conjunto de canciones sueltas de John y la Cara B es una larga serie de composiciones de Paul. George Harrison contribuyó con Something, que sería el primer número 1 de los Beatles que no llevaba la otra firma, y la celebrada Here comes the sun. Curisamente, en mi caso son las canciones menos escuchadas. El bueno de Ringo canta la divertida Octopus's garden que había escrito durante un crucero por el Mediterráneo con Peter Sellers mientras se alejaba de una gresca del cuarteto.
La parte de Paul es un medley de increíble dinamismo donde durante 16 minutos, enlaza canciones cortas y algunas a medio terminar como You Never Give Me Your Money, She Came in Through the Bathroom Window y The End. El álbum fue lanzado en Gran Bretaña el 26 de septiembre y en Estados Unidos el 1 de octubre. Es el primero en la historia de la música que no lleva el título del grupo, pero acaso ¿lo necesitaba?.
Come Together es sin duda de las más conocidas de la producción junto a las ateriores citadas. Es sin duda una de mis preferidas con esos acordes tan innovadores y la voz entrecortada a cada sílaba. Pero cuando tuve la oportunidad de escuchar el disco entero, me enamoré de nuevo de las voces de los Fab Four en su Because en una armonía de tres veces que se triplica hasta parecer 9 voces. Y de la preciosa I want you dedicada a Yoko.
Si queréis simular el famoso paso aunque sea viendo quién lo cruza ahora, podéis echar un vistazo a esta webcam.
(*) cronológicamente por orden de áparición el último es Let it be pero el último en grabarse es Abbey Road.
Cuando la escuché en Help, no podía salir de mi asombro al recordar esa melodía que, en algun momento, en alguna ocasión, había escuchado.
Esa voz de Paul (el autor, por cierto), narrando más que cantando en líneas que se hilvanan en una sóla frase superponiéndose a los rasgueos de guitarra (de las pocas canciones sin bajo) de una de las canciones más hermosas y melancólicas (por eso lo es y por eso me gusta) de The Beatles.
En días de incertidumbre emocional, la elegiría como banda sonora, no sé si por la letra o más bien por la música..., para acompañar una vida que va en busca de esa quimera que acaba de ver:
1.- Una canción de unos muchachos nuevos de Liverpool:
2.- El nuevo single de la Matusalén del pop
3.- Una foto dedicada:
jueves, 14 de febrero de 2008
Creo que la palabra que más se repite en las canciones de The Beatles, sobre todo en la 1ª etapa que es la que más me gusta es LOVE. En la columna de los gadgets he puesto All you need is love, por ser tal vez la más representativa de ellos para un día como hoy, además de estar popularizada en nuestro país por un nefasto programa de la tele.
De entre las muchas que me gustan de ellos, elegiría ésta:
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