My phrasebook

Siempre recibimos cuando damos.

Una canción

domingo, 7 de noviembre de 2010

Lo salva la música

¿Qué tienen en común Tarantino y Sálvame? Una buena selección de canciones.

Lo sorprendente del programa de televisión es que en medio de tanto cutrerío suenen canciones chulas, que uno acaba tarareando (e incluso identificando en un móvil) una vez que ha dado con ellas.



Porque son canciones actuales que han ido a parar al momento bajada de escaleras de Jorge Javier Vázquez + presentación de colaboradores y al momento publicitario de la revista del programa.



Está claro que sus autores han hecho algo más que vender su alma al diablo al permitir que sus canciones suenen en ese programa por un -buen- puñado de euros pero resulta más plausible el buen gusto de quien las ha elegido.

Empezando por el Sálvame de la otrora Bibi Andersen (hoy rebautizada como Bibiana Fernández). Claro que son los Nancy Rubias los que la rescataron del olvido.



Y rompiendo una lanza en favor del programa, algo que no he leído ni escuchado (ni facebookeado) es la buena labor que hace a favor de la música actual. Y a la chita callando, lo que más me gusta es que lo hace a través de actuaciones en directo y publicitando un Cd. Nada de desfiles de triunfitos trufados con la mierdorrea de kikos y belenes. Todos los días un grupo o cantante nuevo, de esos que sólo conocen en su casa a la hora de comer y que te hacen compadecerlos pensando en el valor de poner un disco en el mercado actual y en las circunstancias actuales.

lunes, 31 de mayo de 2010

How I Met Your Mother

Los lunes no serían lo mismo sin Cómo conocí a vuestra madre (HIMYM). No miren en la teleguía. Todo se debe a mi propia programación pero es que no hay mejor día que el lunes para disfrutar de esta estupenda sitcom.

En mi caso se une el hecho de que llego del trabajo por la noche, mientras que otros días lo alterno con trabajo a primera hora de la tarde hasta el viernes que libro desde las tres. Es lo que tiene una semana de auténtico barullo laboral en cuanto a sitios, horarios y tareas. Por eso, a cada día que veo la tele (entre semana, los findes son más de cine y leer) le corresponde su dosis de humor, adrenalina, reflexión, entretenimiento o pura evasión que es lo mejor que te da la tele.

Cómo conocí a vuestra madre es un soplo de aire fresco que entra a raudales entre tantos misterios por resolver (¡ojo! que me encantan pero proliferan demasiado), las TSNR (tensiones sexuales no resueltas) que normalmente yo dejaría bien atadas y las kilométricas tramas que abusan de cliffhangers. Como sitcom cumple con todos los requisitos: capítulos autoconclusivos, de corta duración, escasos personajes y ambientes muy localizados. Evidentemente no falta la sucesión de gags pero es precisamente en su toque de comedia donde traspasa los límites de mera comedia de situación. Es una serie cómica, más que una comedia. Las risas a carcajadas, ruidosas, estallan al mismo tiempo que uno aplaude a rabiar y se retuerce de risa en el sofá. Tus propias risotadas ahogarán las canned laughter que la acompañan.

¿Y quién es el cómico que participa en ella? Ninguno. Awesome! No es al estilo Seinfeld ni ha sido (ni será) cantera de cómicos del Saturday Night Live. Habla de un padre que tiene su increíble historia de amor. Pues bien, no he visto una serie donde se hable tanto de amor y no sea romántica al uso. Quizá la habilidad de los guionistas estriba en esa dualidad cómico-romanticismo. A mí, desde luego, me tiene enganchada en las dos vertientes.

Un día cualquiera acababa de encender la tele, cenaba, terminaba el telediario y veía en el periódico que echaban a continuación. Veo que en La Sexta empieza una nueva serie. A ver qué tal.

Un voz en off nos traslada al año 2030. Pero afortunadamente no salen platillos con cylones de por medio, sino un padre nostálgico que le cuenta a sus hijos adolescente (sospechosamente parecidos a los de hoy día) cómo conoció a su madre a partir del año 2005. Él es Ted Mosby (Josh Radnor). Es mono pero no es guapo. Tiene un buen trabajo pero una mierda de jefe. Es encantador pero también un tío enrrollado, vive en Nueva York y tiene los mismos gustos frikis de su/mi generación. Pero está enamorado. Él no lo sabe pero lo está. En realidad vive en permanente estado emocional de "chico conoce a chica-chico se enamora de chica". Hay quién le gana en eso. Ahí está su amigo de la universidad, Marshall Erikesen (Jason Segel) con su eterna novia Lily (Alyson Hannigan). Y hay quién suspende en eso. Ahí está su amigo Barney Stinson (Neil Patrick Harris), ególatra, infantil, y con un sofisticado código de ligues.

En el primer capítulo se produce el desencadenante de toda la serie: Marshall y Lily van a casarse después de un prolongado noviazgo que empezaron en la facultad (en la litera de arriba de su cuarto compartido con Marshall, como se encarga de recordar Ted) y de vivir juntos compartiendo casa con Ted. Ese mismo día conoce a Robin Scherbatsky (Cobie Smulders), de apellido impronunciable y canadiense, lo que será motivo de chistes continuos (es la versión actual de los chistes sobre Saint Olaf de Las chicas de oro)

¿Será Robin la elegida por Ted como madre de sus retoños?

Desde luego, el personaje de Robin, sin ser mi favorito, es sorprendentemente atractivo. No es fácil hacer de tía buena y resultar entrañable a la vez. Y su sentido del humor es el contrapunto perfecto a las payasadas de Marshall, las inseguridades de Ted, las cursildas de Lily (el único personaje que no acabo de encajar) y las filosofías de Barney.

Barney es punto y aparte. Es un personaje que nace con un Suit up (Póngase traje) y que tiene una historia que contar para cada mujer que se ha ligado (o querrá que se ligue su amigio Ted). Curiosamente yo confundí al actor que lo interpreta con el que hace de hermano mayor de Malcolm, pero se trata del que hacía de niño doctor y que en sus intervenciones en galas de premios se está revelando como todo un showman.

Las teorías sobre las mujeres, los ligues, las relaciones sexuales, sus frases y latiguillos; son todo un puntazo. Es el perfecto ejemplo de yuppie trasnochado de esta década que se ve en ocasiones empequeñecido ante el idealismo ecológico de Marshall, las buenas intenciones pedagógicas de Lily y el buen rollismo de Ted y Robin hacia sus congéneres. Precisamente las intenciones de los tres de no lastimar son las que más veces meten la pata. Barney es genial, es le-gen-da-rio.

A los personajes televisivos de hoy día se les exige más que a los de antes. Si antes simplemente les pasaban cosas, ahora evolucionan. La televisión -norteamericana, of course- está viviendo una auténtica edad de oro con unos productos muy buenos que por fin levantan el sambenito de ser la tele la hermana menor del cine. Pero no se puede comparar un guión cinematográfico cerrado con el de una serie. Y más hoy día cuando la prolongación de una serie depende de cuestiones económicas de audiencia y caprichos de productoras y no del final que quieran darle voluntariamente sus creadores y guionistas.

Se compara mucho a HIMYM con Friends. Para algunos es su sucesora y otros cuantos no bajan a Friends de su pedestal de reina de la sitcom. Friends es una buena serie que marcó una época. Quizá yo la vea más del lado romanticón que del cómico y me fije más en las chicas que en los chicos (al revés de lo que me pasa con HIMYM). Cómo conocí a vuestra madre le debe mucho a Friends. Toma elementos suyos a los que ya nos hemos acostumbrado los televidentes: un grupo de amigos treintañeros residentes en Nueva York cuyas vidas después del trabajo transcurren en un bar de encuentro. Pero se nota que los creadores de HIMYM dan un paso más, haciendo una serie más elaborada, reuniendo diversos géneros (en realidad hoy día ninguna serie de televisión responde a un sólo género) e introduciendo un estilo en la narrativa bastante ingenioso aunque no sea una novedad: los flashback.

La voz en off encaja perfectamente (hay quien le parece abusivo ese recurso, a mí en cambio suele gustarme). Y recordar el pasado de los personajes permite modificarlos continuamente. En cada episodio se relaciona la vivencia actual con una del pasado de un personaje. No hace falta que se esmeren en las modas o en que coincidan los looks. La gracia está en ver cómo influye el pasado en el presente.

Un día cualquiera pusieron la serie a las 2 de la mañana. Pasé a verla a través de Internet y salí ganando. No sólo puedo verla cuando quiera, sin publicidad y a mi ritmo sino que preferí verla en VO. Ahí sí que se sale ganando, por las voces y escuchar los gags originales.(*)

Cómo conocí a vuestra madre es muy divertida, tiene sus momentos entrañables y un guión más elaborado de lo que parece. Todo eso en 25 minutos incluyendo el paparará de la sintonía. It's legendary!

(*) La misma frase estrella de Barney cada vez que hace un Hi5 se entiende cuando la escuchas en inglés. Es un juego de palabras entre legen-dary y dairy (producto lácteo), que aquí ni siquiera se han molestaod en adaptar. It's gonna be legen- wait for it and I hope you're not lactose intolerant 'casuse the second jalf of that word is- dary!. Sería algo así como "¡Eso va a ser -y espero que no sufras intolerancia a la lactosa, porque es -la leche!"

jueves, 13 de agosto de 2009

Recuerdos de oro: los 80 son nuestros

Recogiendo la amable invitación del blog ¿Qué fue de...?, comparto aquí los recuerdos televisivos, cinéfilos y de aficiones varias que hilvanan mi infancia ochentera.

El tener presente esos recuerdos ha sido una constante en mí. Los que me conocen saben de mi buena memoria y mi gusto por recordar. Por eso y sin idealizar "aquellos maravillosos años" (de las pocas series que no seguí), guardo tan buenos recuerdos de mi infancia y en particular de esas fantásticas ventanas que eran la tele y el cine.

Quizás el cine entrara antes desde que vi Sissi en el Alameda y leía los libros de Bruguera. A principios de los 80 esperaba acurrucada en el sofá con mi familia que empezara la peli. Una musiquita y unas cortinas envolventes de Sábado Cine nos anunciaban Gigante, Con la muerte en los talones o Crimen Perfecto. Luego leería sobre esas pelis en la enciclo Historias del Cine que mi padre coleccionó de Diario 16 (lo que hizo que supiera más que viera de pelis, pero ésa es otra historia, jeje). Los lunes echaban algo llamado Con H de humor donde mi memoria situa la escena de la araña gigante ("El increíble hombre menguante") y los jueves un silencioso señor con bigote canoso dibujaba con extrema facilidad con un rotulador, antes de tragarme el aerobic de Eva Nasarre y la cocina de Elena Santonja. Terminando la década, otra musiquita anunciaba los martes la silueta de Joan Crawford, Los Pájaros o a James Dean en aquellos antológicos y formidables ciclos. Me tragué entero con 7 años el de Glenn Ford (con la complicidad de mi progenitor que nos hacía sandwiches de roquefort mientras mi madre guardaba cama. Afortunadamente se recuperó y yo le cogí tanta afición al cine negro, a los Hermanos Marx sobre todo -¡y al roque!-). Y en octubre del 89 descubrí la mirada de Montgomery Clift.

Entre esos años, mucha tele. Recuerdo cosas de los 70 que veía con mi hermana. Aunque ahí se presenta un dilema generacional: ella es mayor que yo 6 años y no los recuerda y siempre me colgaba el sambenito de "inventarme" cosas. Por fortuna Internet me ha permitido demostrar que sí, que aquella canción era la de Ulises 31 y aquel calvo era el padre de Con ocho basta. Los viernes era día de llegar a casa con el babi a lo Supermán, de ver las historias de La linterna mágica ("La felicidad se llama Jonás") y de seguir sabiendo de cine con De Película (me llegó a gustar Emilio Linder, jaja).


Luego el 1,2,3 y quedarme dormida con esa musiquilla tan imponente de La Clave y aquellos señores tan ceñudos que debían decir cosas muy importantes porque ponía de acuerdo a mis padres. Los sábados y domingos eras días de pasear, recorriendo mi ciudad con mi padre que me descubrió tantos rincones e historias para amarla. Después de almorzar (antes ya se sabía lo que decía la canción de Los Payasos de la Tele) llegaban los mejores dibujos como Ruy, pequeño Cid, Los Mosqueperros o Willy Fogg; los concursos como Los sabios o El Tiempo es oro (deseandito de cumplir los 18 para concursar) y las series como Hart & Hart y sobre todo, mi serie 10, mi prefe de todos los tiempos por ser tan de misterio, cinéfila y elegante: Remington Steele.

Entre semana, se salvaba la merienda con Nocilla y jugar en la calle: la comba, el elástico, el teje, paella, polis y ladrones, bote, love, y tantos juegos con los niños del barrio. Y ver Barrio Sésamo, el mejor programa infantil de la historia que vi hasta el final con 11 años. De Los Mundos de Yuppy aguanté el primer capítulo. Una entraba en esa etapa tonta en que los amigos dejaban de ver esas cosas pero Ferdy los sábados y Calimero los domingos en el 88 siguieron entreteniéndome. Al final todas acabamos viendo Juana y Sergio. Y nos encandiló el rebelde pijo de Dylan Mackey (con 16 años para el dni me corté el pelo a lo Brenda :D)

Y mientras seguía leyendo. Sobre cine, los reportajes de Terenci Moix que mi padre también coleccionó del Abc y toda la biblioteca que heredé de mi hermana y que aumenté considerablemente: Los Hollister, Puck, Nancy Drew, los libros de Louise May Alcott y sobre todo Los Cinco y las aventuras de internados de Enid Blyton. Por cierto, ¿hay alguien que leyera la Colección Violeta de Molino sobre chicas italianas y sus distintas profesiones?.

Recuerdos que se me agolpan: Ni en vivo ni en directo, Media Naranja (la serie, eh? con Amparo Larrañaga que luego participaría en la obra de teatro Los 80 son nuestros, de Ana Diosdado, la profe de Segunda enseñanza, la abogada de Anillos de oro; y con su hermano Luis Merlo que presentó Pero... ¿esto que es? donde debutaron Cruz y Raya, ...)

Ahora vuelvo a ver muchos imágenes, videos, sintonías, anuncios, jingles, actores, programas y presentadores. Gracias a Internet. Pero me preguntó cómo influye eso en mis propios recuerdos. No me entretengo más.

Un saludo a todos y que sigamos disfrutando del estupendo ¿Qué fue de...?.

sábado, 16 de mayo de 2009

El otro poyeya

Hoy me permito la licencia de tocar un tema de esos considerados frikis, sobre los "triunfitos" para ser exactos. Pensarán que me he dejado contagiar por la tarde eurovisiva con que la tele pública quiere adobarnos (o amodorrarnos aún más después del dewater de esta semana).

Hace meses, desde septiembre para ser exactos, que no veo la tele por la noche. La tele en cuanto al aparato porque mis shares sobre series televisivas (yankees, ofcors) en esta tercera edad de oro que está viviendo la Televisión (inconmensurable el caudal de Hbo), están al rojo vivo. Me planifico la semana alternando sitcom geniales como Me llamo Earl o Cómo conocí a vuestra madre (desde septiembre pendiente un post sobre Barney) con reposiciones o descubrimientos como Los Soprano o esa soap opera maestra de Dinastía, hasta los estrenos (a fecha Usa) de Dollhouse o True Blood.

Todo son ventajas teniendo en cuenta que puedo madrugar habiendo disfrutado de un ratico agradable y de que mi tele (el aparato) está tan birriosa que no se coge la mayoría de cadenas, por no hablar de que me quedé sin mando a distancia y por flojera sólo veo los telediarios de la primera, único programa de televisión que veo a su hora.

Hubo un programa que me hubiera interesado, Los mejores años, pero no tiene nada qué hacer mientras perduren en el recuerdo los revival que hacía cada verano de relleno Guillermo Summers con la chica florero de turno.

Mi rutina invernal ha consistido en llegar en torno a las 9.15 del trabajo, oir las noticias mientras me duchaba y al alir, apagar la tele y ponerme a cenar con mis series. Un día empezó este programa y pese a las canciones, comprobé lo malísimo que era. Desde el formato concursero-gamberrete de la patulea de acnés post 1995 hasta la sosa combinación de un Carlos Sobera sin tics de cejas y un histriónico Ángel Llácer que ni tiene conocimientos ni bagaje para comentar la música de los años que van de los 50 a los 90. Ya avisaron en ¿Qué fue de...? donde ofrecen todo lo que no tiene este programa.

En definitiva, un desastroso contenedor a donde han tirado triunfitos de época pasadas en revoltijo de ediciones y hasta de cadenas que ni gusta ni ofrece nada a los que nos gusta esa música y recordarla continuamente.

Y para colmo, ese día tocaba cantar el Obi, oba, cada día te quiero más de los Gipsy Kings como aquella a la que hemos madado a Rusia (bien lejos, ¿nop?), con un yeísmo salivero ridículo.

Y buscando el video para ponerlo como prueba, me entero que es la versón djobi djoba. Si es que no hay nada que estos chicos dejen sin trastear.

(aparece al final, hacia el minuto 3.30)

domingo, 11 de enero de 2009

Mikel da la nota

Me enteré el día antes por la prensa, de casualidad, ya que Cuatro es una de las cadenas que no tengo en la tele y el foro cerró.

Hace casi un año, Mikel Erentxun daba un triple concierto en su tierra para cerrar una etapa, como él mismo decía. Dispuesto a explorar los circuitos comerciales de internet como Radiohead y otros grupos del pop británico y dispuesto a nuevas apuestas musicales, es lo que anunció como motivo para poner un punto y aparte en su carrera.

Yo no sabía nada de Mikel, después de mi aventura salvo el dvd en el que se me oye jalearlo y el poster firmado que tengo en mi cuarto, lo sigo escuchando como siempre, y a menos que venga a Sevilla no creo que vuelva a verlo en directo.

Pero ha vuelto a la actualidad, aunque de una forma que no le pega nada. Con un programa de famosillos (famosos de ayer -los conocidos- y famosos de mañama - los triunfitos). Se llama La guerra de los coros y consiste en reclutar gente diversa y afinar sus voces para que queden lo más armoniosa posible. No sigo ese tipo de programas. No porque no me gusten los reality, que he dejado de ver con el timpo por puro aburrimiento, sino porque mis gustos no van por ahí.

Hoy día con internet escucho nuevas cosas pero sigo siendo poco dada a novedades y realmente no me llama nada la atención que alguien cante la canción de otro. Por otra parte, reconozco que soy incapaz de valorar voces y otras cuestiones musicales. Puedo tener un buen oído para reconocer una sintonía y seguirla, pero no distingo entre voces (todo el mundo decía que Rosa tiene una gran voz y a mí me sigue pareciendo que tiene voz de tío) y la composición es un misterio para mí.

El que Mikel aparezca ahí pues es pelín raro porque no es el artista televisivo tipo Bosé que se preste a ello y que su reaparición coincida con supuesta retirada suena a que tiene que conseguir unos eurillos en estos tiempo.

Espero que pronto saque un nuevo disco tan formidable (superarlo es difícil) como el anterior y no sólo cante sino que viva un concierto

En el sur


viernes, 14 de noviembre de 2008

Cerebritos



Sus caras anodinas, gordinflonas, desaliñadas, angelicales o arrugadas no nos dicen nada. Sus nombres puede que suenen a los que se quedan en el cine leyendo los créditos finales o se lean los paréntesis de las canciones.

Pero estos hombres (y esta mujer) son los artífices de la cultura de las últimas décadas: cultura pop amasada en una receta de sabor bizarro, con toques trash y aliñada con generosas rodajas de guilty pleasure.

(por orden)

- Aaron Spelling: Los Ángeles de Charlie, Dinastía, 90210 Beverly Hills, Melrose Place...

- Alan Moore: cómics From Hell, V de Vendetta, "The extraordinary league of Gentlemen", "Watchmen"...

- Diane Warren: letrista: Because yu loved me (Celine Dion), Unbreak my heart (Toni Braxto), How do I live (Leann Rimes), I don't want to miss a thing (Aerosmith)...

- Jerry Buckheimer: Flashdance, Top Gun, Armageddon, Piratas del Caribe, CSI...

- John Hughes: 16 velas, El club de los cinco, La mujer explosiva, Sólo en casa...

- Stan Lee: Marvel (y punto)

- Stock, Aitken y Waterman: productores: Kylie Minogue, Rick Astley, Jason Donovan...

martes, 12 de agosto de 2008

La televisión pronto llegará

Mi hermana dice que la TDT llegará a José Laguillo el 31 de diciembre de 2009, el último día de cambio vamos. En la otra casa, osea donde yo vivo, vamos por el mismo camino. Mi padre, que envejece antes tecnológica que fisícamente, no se cree eso de que a partir del 2010 no haya tele. Tan radical que uno encienda la tele y no aparezca nada. Algo que nos pasa cada vez que se mueve un cablecito y una luz verde deja de encenderse en una caja negra situada en el rellano próximo a la azotea.

La televisión nunca ha sido nuestro fuerte en aprovisionamiento tecnológico. Los cuatro la consumimos con notoria regularidad aunque difícilmente nos pongamos de acuerdo en ver algo (salvo en pelis clásicas) y al igual que mi madre se pone muy pesada cuando quiere ver algo, yo suelo marear al que esté lado cuando hago zapping. Hubo una época en que me dio por ver dos programas (e incluso dos telefilmes) a la vez.

La tele que tengo es chica para que quepa en el mueble-librería del salón y no sólo es de tubos catódicos sino de la marca Garza. Según mi padre es la versión barata de Phillips pero cuando se nos rompió el mando (lo rompí yo un día que me cabreé y le di un golpe a la mesa con el) y él compró uno universal de la marca Phillips no aparecía en el directorio de marcas y filiales.

Hace un año a la tele se le iba momentáneamente (siempre en lo mejor que se estuviera viendo) la imagen. Este año las sintonías de Telecinco y varias locales se perdieron en el espacio. Pasé varios meses perdiéndome CSI y Bea, hasta que mi padre un sábado aburrido se puso de pie a hacer zapping manualmente por cada una de las 40 canales. En la 38 dio con Telecinco. Pero seguimos sin mando, así que suelo ver los programas enteros. Puedo estar horas y horas con una sóla cadena, así que ya podía pasarme un aparatito de share y ser de ésas españolas que aparecen en las audiencias.

Si me preguntaran cuál es mi primer recuerdo televisivo, no sabría precisarlo. De hecho mi generación ya nació con la tele en color. Recuerdo perfectamente dibujos que veía mi hermana (y ella no recuerda, ¡vaya paradoja!) como Ulises y recuerdo perfectamente esos mediodías con 4 ó 5 años viendo los sábados y domingos Ruy, pequeño Cid y Los mosqueperros, mi serie favorita.

Mis padres siempre cuentan que fueron los primeros vecinos en sus respectivos barrios (calle Escoberos en Sevilla y calle Juan Sánchez en Jerez) en contar con el aparato. Y que el resto de los vecinos hacían de okupas televisivos más enganchados al "trevisó" que hoy día a los triunfitos o los granhermanos. Mi padre tardó en disfrutar de la tele porque pasó su infancia interno con los carmelitas pero mi madre sí nos cuenta que cuando murió Kennedy le pidió a su madre que le dejara ver sola la retransmisión del funeral.

Pero hoy día me pregunto qué haremos para instalar la dichosa tele digital. El otro día llegó una propaganada que mi padre me endosó confundiéndola con la publi que me llega mensualmente de Yves Rocher. Y cuando le dije lo que era, decía que era mentira eso de que desaparecía la tele (sosteniendo un periódico y teniendo otros dos aguardando) y que eso era publicidad de algún instalador o un timo. Me leo el folleto y le explico que nos han dado un código personalizado para saber si podemos instalarla. Y me dice con sorna que llame yo que soy la hija del presidente de la comunidad. Aún no he llamado. Hoy me acordé y entré en la web oficial. Pero no me he enterado de mucho. Los sintonizadores tdt están a fecha de hoy después del boom de su aparición muy baratos pero me temo comprar uno y que no llegue la señal. Si es cosa de antena, tendremos que ponernos de acuerdo 3 vecinos (más difícil que si fuéramos 300). Y el 2010 está a la vuelta de la esquina.

"La Televisión pronto llegará, yo te cantaré y tú me verás..."

(oír "La Televisión" de Lolita Garrido)

boomp3.com

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