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Siempre recibimos cuando damos.

Una canción

jueves, 5 de febrero de 2009

La Duda

Compañera de la certeza

La Duda no está nominada como mejor película a los Oscar pero luce orgullosa 5 nominaciones en las llamadas categorías serias, osea, interpretativas y de guión (sus dos actores principales, sus dos actrices secundarias y el guionista). Eso le da una respaldo considerable en este año en el que El curioso caso de Benjamin Button apabulla con sus 13 nominaciones. Ya se sabe que calidad es preferible a cantidad. Y esta película no compite por cuestiones como sonido o montaje sino por la esencia de todo filme: trama y actuaciones.

En general me ha parecido muy correcta, con un ritmo narrativo bien llevado, constante, sin tiempos muertos y alcanzando, en el momento justo, el clímax dramático, en ese duelo interpretativo y de personajes entre la Streep y Hoffman.

Sin duda, lo mejor por cuanto valioso de la película, son las actuaciones sólidas de estos dos actores que tienen en común su camaleonismo en la pantalla y su trayectoria impecable. No caen en manierismos cuando sus personajes podían prestarse a estereotipos planos en una confrontación entre el bueno y el malo. En este caso, entre la vieja y la nueva escuela o entre las corrientes atrasadas o avanzadas de la Iglesia.

Las interpretaciones, las cuatro en general (quizás la joven Amy Adams es la que más decae como su propio personaje) están por encima del texto, una obra ganadora del Pulitzer del dramaturgo y cineasta John Patrick Shanley. O es que él la lleva a la gran pantalla con excesivo acartonamiento.

A simple vista puede parecer una melodrama relacionado con los reprobables hechos descubiertos recientemente de la Iglesia en la Norteamérica de los 60. La película va más allá de ese contexto y de la historia verídica que cuenta, y por eso resulta interesante. Es un drama sobre nuestras debilidades humanas, denso y por momentos viscoso como puedan ser nuestras miserias. Revolotea por ella la ambigüedad, la duda y la certeza van de la mano y el espectador está reflexionando sobre ello desde el primer instante, sin dejar de disfrutar en su butaca de cine. Pero si no llega a ser por los actores, la película hubiera sido bastante menor. Es excesivamente academicista, le falta garra y mayor tensión para que se hubiera convertido en un clásico de la duda.

(spoiler)

Y la duda que plantea no es la cartesiana, ni siquiera la religiosa de tipo vocacional, sino algo más humano pero tan volátil como el viento: los chismorreos.

Lo mejor: las interpretaciones (atención a la presencia de Viola Davis) y las reflexiones que suscita mientras la ves y que permanecen luego.

Lo peor: el guión flaquea como en la escena de la entrevisa entre los tres.

sábado, 19 de enero de 2008

La heredera

Montgomery Clift conformando su peculiar personaje romántico


Excelente y sólido drama de Wyler, con magníficas interpretaciones que mantienen un pulso interpretativo soberbio entre Olivia de Havilland, Ralph Richardson y Montgomery Clift. Una obra de tintes teatrales pues debe más a su representación homónima en Broadway que a la novela que escribió Henry James, quien utiliza una fórmula mucho más directa. recuerdo que me decepcionó un poquillo cuando al fin la leí.

La película resulta, como ya digo, mucho más dramática, con una tensión que irá in crescendo a lo que contribuye la magnífica dirección de actores que realiza Wyler y unas interpretaciones moduladas, que se irán desvelando al espectador conforme avance la trama.


Sin duda es el personaje de Catherine Slopper, la fea y apocada muchacha, el que experimenta una evolución más destacada, adquiriendo al final toda la garra de que carecía. La frialdad y el arrobamiento de Ralph Richardson y Olivia de Havilland, respectivamente, se van manifestando de forma alternativa y así el espectador se centra en la pareja y se pregunta también qué esconde Morris Towsend.


Que no es interpretado por un cualquiera, sino nada menos que por Montgomery Clift, cuyas magníficas dotes interpretativas quedaron ahogadas en su desdichada vida. es el pionero en abanderar la rebeldía de los '50 y aunque cofundó el famoso Actor Studio nunca dejó de ahondar en las peculiaridades de sus personajes, siendo su máxima la de partir de un buen guión. ("Se acercaba a él como un científico" dijo Burt Lancaster).

De hecho aquí los personajes con sus miedos y sentimientos envueltos en una crueldad intolarable, diríase, están por encima de la trama. Por una vez me gusta que no haya "trama" sino vidas expuestas al espectador, al que hacen partícipe. Y la mayor duda que se siembra es respecto a la catadura moral de Morris Towsend que pide la mano de la heredera. Monty Clift nos mantiene en vilo en todo momento, porque si bien su belleza deslumbra por fotogramas, su interpretación sincera, los matices de sus gestos, nos hacen revolvernos en la butaca ante este nuevo héroe romántico que hasta entonces no se había asomado en el cine. (volverá a deleitarnos con semejante exhibición en Un lugar en el sol.).

Resulta, en definitiva, la interpretación de Monty, más que encantadoramente romántico, más que convincente en su actuación, más que ambiguo en sus pretensiones.


Lo que más me gustó: La interpretación de Monty Clift. El final


Frases favoritas: "Padre, si hubiera querido comprar a un hombre, hubiera comprado a Morris".
"Las mismas palabras, las mismas mentiras. Pero ahora pide más. Antes quiso mi amor, ahora quiere mi dinero".

Esta película ha ido ganando en prestigio con los años, acorde a la revalorización de su director y actores. Aún así, tuvo éxito de público y premios en su época. De 6 nominaciones a los Oscar, ganó 4 entre ellos el de mejor actriz, que fue el 2º para Olivia de Havilland. Montgomery Clift no fue nominado en esta ocasión. Y en su perfeccionismo neurótico, quedó descontento de su actuación (hay unas fotos curiosas en la Paramount viendo la proyección, ver blog) además de quejarse del poco caso que le hacía Wyler que favorecía a Olivia.
siempre nos quedará su interpretación brillante y esos...
"eyes say than words..."

domingo, 25 de noviembre de 2007

De aquí a la eternidad

MONTY CLIFT QUE ESTÁS EN LOS CIELOS

Anoche te vi en pantalla grande. Si pareciera que hablo a alguien que no es de este siglo debería hacer un inciso recordando que gracias a la tecnología (odioso palabro) del DVD oí tu voz y pude verte actuar sin intermediarios parlantes de la lengua que tú, cultísimo, quisiste aprender para leer El Quijote.

Me hacía especial ilusión ver tu imagen proyectada a grandes dimensiones, oír el ruidillo que hace la vieja cinta al pasar y, sobre todo antojarme, que era transportada a otra época, a ésa época contemporánea tuya y que veía la película en un viejo cine, que llegaba a casa y sacaba de una cajón la portada de LIFE de diciembre de 1948. Fred Zinnemann, ese viejo maestro paciente y sencillo que supo descubrir en ti esa inocencia perdida, esa bondad innata de un alma perdía que vaga por la vieja Europa de posguerra en ruina, desafió al tiránico Harry Cohn de la Columbia para ofrecerte el papel q todos se pedían en Hollywood en 1952: Robert Lee E. Prewitt. ¿Así era en realidad James Jones cuando 11 años después traspasó de la memoria a la tinta sus vivencias militares en la paradisíaca Pearl Harbour? Aún describiéndolo en los primeros párrafos como “un joven pulcro y muy delgado”, con esa mirada límpida, ese coraje, esa superioridad moral.

¡Qué buena película hicieron todos! Pero es ahora cuando debo añadir tu implicación en el proyecto. Fred dejaba hacerte mientras te observaba impertérrito con su pipa y los quisquillosos miraban atónitos como una vieja dama del teatro ruso, se enfrascaba contigo en sempiternas tribulaciones interpretativas. El guión acababa convertido en una manojo de gastados folios con numerosas anotaciones en letra pequeñita pequeñita como apostrofa Marilyn en Cómo casarse con un millonario (do you remember it?: “Si hay alguien a quien le va peor que a mí en la vida es a Monty Clift”) todos los diálogos eran revisados y tu neurosis perfeccionista nunca era satisfecha. ¡¡¡Pero qué generoso eras!!! No sólo te implicabas en lo profesional sino también en lo humano. Lo tuyo no eran solo las borracheras más allá del metraje (como la anécdota que cuentan del caso omiso que dieron MacLaine y Mitchum al “¡Corten!”) que empalmabas con Burt Lancaster y demás del equipo de rodaje. Sino cómo preparabas los papeles de Frankie y Donna Reed. Así la profesión, bastantes años después, demasiados, te homenajeó como sólo podían hacerlo: mezclándose entre los extras del Juicio de Nuremberg en Vencedores o Vencidos. Muchos guiones salieron de la novela, incluyendo el del propio autor. Finalmente eligieron el de Taradash que era buen guionista sin duda pero conviene señalar que el ejército norteamericano permitió la utilización de todas sus instalaciones en Shofield Barracks (Hawai) así como el ofrecimiento que hizo para q se contara con instructores y extras necesarios una vez revisado el guión. El resultado es mucho más suave que el ataque salvaje de Jones contra a moralidad del ejército: en el libro el capitán Dana Holmes es ascendido a mayor y en la película se le aparta. Excepto la clara apuesta por Clift y Lancaster, hubo problemas para los papeles femeninos. Para Karen se pensó en Joan Crawford quien rechazó el papel por una discusión con el vestuario. No crean que se mostraba disconforme de lucirse en bañador o en suéter, ni mucho menos, la cosa fue más “fashion” y Frank Sinatra cogió el primer avión a Nairobi para hacer las paces con su entonces mujer Ava Gardner (les quedaban 2 telediarios como pareja) y que suplicara por el papel bombón del spaghetti (oops perdón, q eso sólo le llaman los amigos, dejémoslo en italoamericano) Ángelo Maggio. (¿es casualidad q sea el apellido de Gere en Oficia y caballero y q en el dobla de lugar a bromas?) Donna Reed fue de las pocas propuestas aceptadas sine qua non del lote de exigencias de la productora.

El resultado es altamente acertado. La atención se centra en los 5 personajes principales, Prew se relaciona con todos excepto con Karen quien sí sabe de él. Me gusta la forma en que se relaciona. Está a años luz de esos tapices multicorales q nos presentan las pelis de hoy día desde que Altman lo filmara a diestro y siniestro De aquí a la eternidad es la historia de 3 hombres. Cada uno parece tener su propio código de honor y las palabras de Prew sirven para definirlos: "Si un hombre no sigue su camino no es nadie”. Cada uno de los hombres se relacionan entre sí y creyéndose diferente (Prew orgulloso, Warden eficiente y Maggio exuberante) pero los tres son igualmente tercos. Se insiste muxo en la terquedad. A Prew se le dirá hasta la muerte q es sinónimo de estupidez. Karen se lo reprocha en silencio a Warden, Lorena nuevamente a Prew por sus insistencia de acapararla.

Asistimos también a un derroche de energía desperdiciado (curiosamente la palabra sale entre los diálogos en boca de Warden hacia Karen como excusa para seducirla y resarcirse del jefe) a unas vidas inútilmente perdidas pero no importará porque prevalece q se trata de personajes solitarios. Creo q la soledad es la verdadera protagonista de la historia. Al joven recluta se le reprocha su reclusión (“en él ejército no hay individuos”) nada más llegar a su nuevo destino. Lorena se lo reconocerá a Prew y éste mirándola con pesar sentencia que “nadie miente s propósito de la soledad”, la eficiencia de Warden esconde la soledad del hombre, comparte con Prewitt q se aferra al ejército q los acoge. La soledad y la traición empujan a Karen a las relaciones matrimoniales.

También hay despecho en la película. Y mucho. Todos se ceban con el pobre joven recluta al que pronto se le coge cariño y si bien no dja de serme curioso q haya asistido a la proyección de la peli en un ciclo enmarcado por la “traición y doblez” en el cine, discrepo de tal idea. Doblez sí hay la hipocresía del ejército destila por todos los fotograma pero sinceramente a mí como espectadora no me interesa. La soledad les impide comunicarse a los hombres del ejército. Ángelo y Prew son amigos, ya han coincidido en otro destino pero sólo la muerte de éste último hace aflorar los sentimientos de Prew. Y sólo la borrachera (es condición del soldado se oye entre risas en algún momento) les permitirá a Prew y Warden estrechar lazos. El papel de Warden con toda su fortaleza física, su fachada impoluta como sargento y lo bien considerado q está en la Compañía G es realmente sorprendente. Lancaster a la hora de interpretarlo no ofrece concesiones en una sola dualidad sino toda una paleta de caracteres: ahora rudo, ahora camarada, ahora romántico.

En cambio Prew es pura fragilidad. No física. La cámara se recrea en los músculos tostados que Montgomery Clift entrenó pues no era realmente musculoso. En esta película recibe otra monumental paliza tras la q le propina Wayne en Río Rojo. Aunque Clift acabe siempre acabe maltratado físicamente en la pantalla su alma permanece intacta. Su coraje espiritual superará el ataque sufrido por su cuerpo y resurge más fortalecido aún. Aquí se realza que es siempre un hombre de principios. Pero no sujeto a un código moralista. Es lo que por ejemplo Wilde quiso ofrecer en Traidor en el infierno para zafarse de toda la charlatanería y falso patriotismo de la era McCarthy (uhmm, ¿sólo de entonces?). ¿Y cómo lograba transmitir esa fragilidad y ese triunfo ulterior del alma? Con la mirada. Es la mirada que actúa en el cine. En la pantalla grande. Nos atrapa, nos envuelve, nos hipnotiza. Aunque no estaba seguro antes del rodaje de dar la talla como boxeador, todas las escenas las hace él y fue entrenado por un boxeador profesional. también aprendió a tocar la corneta y la escena de la cantina cuando se la arranca al corneta es sencillamente magistral. las notas salen vibrantes, congelando el momento mientras el dobla el cuerpo para hacerse uno con el instrumento.

Por lo demás, Sinatra está magnífico como el chistoso de la compañía, siempre exuberante y sobrecogedora es su muerte en brazos de su amigo. Deborah Kerr nos deleita con una evolución de señora respetable a mujer casquivana q arrastra fama en cada puerto a la desoladora despedida q ofrece) y Donna Reed con su rostro severo y a veces sofisticado q apenas sonríe excepto al final y cuando está en casa nos hace olvidar a la dulce señora Baileys de Qué bello es vivir (q ya es difícil para mí ;-) Esta película se alzó con 8 oscar nada menos. Y para una vez q a Clift le hizo ilusión fua a manos de su rival, nunca mejor dixo Holden or Traidor en el infierno. Renée Zinnemann, la esposa del director le regaló una trompeta de oro en miniatrura montada como si fuese un oscar. Clift la conservó durante el resto de su vida.

Salí del cine silbando la melodía "re-enlistment blues".

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Adiós, pequeña, adiós

Muy buen debut en la dirección de Ben Affleck, quien para mí es uno de los peores actores que ha dado el panorama de los últimos años, pero qué duda cabe que conoce bien los resortes cinematográficos necesarios para hacer una peli.
Ha sabido rodearse del un acertado plantel de actores destacando, una vez más, un Ed Harris... simplemente se sale... todos los adjetivos que le pongamos y nos quedamos cortos, y lo más sorprendente es que no parece tener techo. Morgan Freeman en cambio está demasiado ausente.
Y, caray! Ben debe querer muchísimo al hermano: le ha regalado no sólo un papel-bombón, sino unos planos (escena de la azotea, bosque, en la casa, ...) fantásticos donde lucirse.
Yo fui a ver esta peli porque quedé con un amigo y me la recomendó y como hacía siglos q no iba al cine no me importó verla. Aunque no sabía nada de nada de la misma (salvo q era obra de los Affleck Bros) y justo al comenzar me comentó A. que era similar al (triste) caso de la niña Madeleine.
(spoiler)
Es mucho más que similar, es adelantarse a los hechos o pensar con escalofríos que es dar ideas a quien lo hizo...
Por otra parte, la película tiene dos partes muy, pero que muy diferenciadas. Demasiado remarcado, para mi gusto pues prefiero que las transiciones sean más sutiles. Así la lentitud exagerada de la primera sirve para contrarrestar el ritmo muy ágil de la segunda. Hasta en la medida de los palnos se nota pasando de unos muy generales a planos cortos y en dos moemntos de persecución a un montaje de ésos que yo llamo "entrecortados" (=el propio de ir rodando con la cámara al hombro mientras se corre).
Y un último spoiler: por qué se sabe desde el principio (hojeando Cinerama en la puerta de la sala al ver un fotograma, incluso) que Ed Harris es el "malo"·
Pero lo mejor de la peli es ese dilema moral que se plantea. No en vano está basada en euna novela del autor de Mystic River. Decenas de interrogantes en un torbellino de milésimas de segundo pasaron por mi cabeza mientras el protagonista libraba esa batalla interior acerca de QUÉ decisión tomar.

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