My phrasebook

Siempre recibimos cuando damos.

Una canción

jueves, 1 de julio de 2010

Agenda cultural para el verano en Sevilla

La ciudad de Sevilla se asocia a la primavera, como las torrijas, nuestras fiestas y la suavidad del clima. Visitar Sevilla en verano no es nada recomendable y los que nos quedamos aquí sabemos lo que es sufrir altas temperaturas. También se puede visitar Sevilla en otoño, a veces el mes de octubre es bastante templado y ese clima benigno se prolonga hasta noviembre.



Cuando vemos a grupos de guiris marchar en fila por la Avenida con paraguas a modo de parasoles, a parejas que se defienden del sol con el plano de la ciudad modo de visera o a estudiantes Erasmus zambullirse en las fuentes como gitanillos del Vacie , no podemos sentir otra cosa que compasión por compartir con los lugareños la implacable huella de Lorenzo.

Aquí estamos acostumbrados a las veladas (en los últimos años han proliferado las de Hermandades (*) que se suman a la Velá de Santa Ana), a los veladores (lo de terrazas lo dejamos para el centro de la Meseta) y a mirar el calendario con fijeza para poner rumbo a la playa en cuanto podemos.

La oferta de actividades siempre ha sido escasa en parte por la climatología y en parte por la relativa cercanía de la costa. Hay familias que no pueden veranear en la playa pero si pueden se buscan una alternativa en la piscina, Aquópolis o en Isla Mágica. Por no hablar de la playa (sic) de María la Trifulca o el Club de Campo Raca, ¿qué familia pija no estuvo apuntada en los 70?. Como ven, trasladamos el concepto más veraniego a la ciudad.

La vida sevillana durante el verano es bipolar, con un denominador común entre los dos momentos del día tan extremos. Se buscan las primeras horas y las últimas horas del día. No vivimos la madrugada en verano no porque aquí no haya San Juan, ni hogueras en la playa, sino porque tenemos nuestra Madrugada. Se busca la fresquita de la mañana y el frescor de la noche. Entre horas, nos queda el trabajo y si estamos de vacaciones el quedarnos en casa.

Si os gusta madrugar, las mañanas de verano en Sevilla ofrecen hacer algo distinto al resto del año. Pasear.

Encontrarse con sitios de antaño y redescubrir la ciudad. Yo tengo la costumbre de pasear y de patearme la ciudad. Me gusta callejear por el centro, pasear por los arrabales y recorrerme la ciudad. Sevilla es chiquita, créanme. Sales de la Encarnación por la calle Regina y llegas a Feria que desemboca en la Ronda. Sales de Puerta Jerez, atraviesas Plaza de Cuba y ya estás en Triana. Y en verano es la ocasión ideal para visitar aquellos sitios que durante el resto del año las circunstancias del día a día no lo permiten. Pongo como ejemplo la Iglesia de San Luis.

El mejor paradigma del barroco andaluz que queda oculto a muchos ojos sevillanos por desconocimiento. Está a punto de cerrarse para su rehabilitación, por lo que este verano es la ocasión para descubrir este recoleto y singular templo. También hay infinidad de conventos o monumentos civiles como el Palacio de San Telmo (sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía) o el Hospital de las Cinco Llagas (sede del Parlamento Andaluz).

Y una pregunta que lanzo a los blogueros autóctonos:

¿Conocéis la Torre Oscura de Sevilla?

Me pasé años queriendo ver una en la ciudad después de visitar las de Cádiz y Jerez. Me pareció una idea fantástica que multiplica las oportunidades de vistas panorámicas de la Giralda. Por no hablar de la ocasión de visitar la Torre de los Perdigones que es donde se aloja. No sé si os pasa como a mí que tengo la innata tendencia a querer conocer aquello que no se muestra. Durante años la torre estuvo abandonada y a punto de ser demolida. Yo la veía asomarse y conocía su construcción y uso por un trabajo que hice de arquitectura industrial en la ciudad, pero era imposible adentrarse en ella. Merece la pena subir por la torre y conocer la cámara oscura, ese artificio de lentes y espejo para ver "en vivo" la ciudad y alrededores.

Para los que somos noctámbulos, las noches de verano pueden ofrecer más posibilidades. Pasear por Sevilla de noche es una estampa preciosa, un rato inolvidable y una óptica de la ciudad muy diferente.

Foto tomada de Foto pasión de Enroba (ver más fotos)

La brisa del Guadalquivir se abre paso entre los restos de la canícula y nos anuncia el dominio de Selene sobre la luz crepuescular. Es la hora de refrescarnos por enésima vez y acicalarnos. Los ánimos mejoran y buscamos el ocio. La cervecita y los caracoles nos llaman en los sms que nos mandan los amigos. Si estamos de vacaciones no habrá límite de horas y la noche puede ser tan larga como sugerente.

Como el verano lo trastoca todo, hasta el cine cambia. Cambia de nombre, de emplazamiento y de cartelera. El Cine de Verano ha sido emblemático durante décadas y ha marcado infinidad de preludios cinéfilos. El enorme cambio que han experimentado los cines ha afectado en mayor medida a los cines de verano. Ya no son el referente del ocio veraniego pero nos sigue gustando ir al cine y nos sigue gustando lo pintoresco de la oferta. Curiosamente las proyecciones que se dan ahora en Sevilla, provienen de organismos oficiales y no de empresas privadas. ¡Bienvenida sean las iniciativas!

Sí hablo en plural porque se trata de dos. Al tradicional Cine de Verano de la Universidad de Sevilla se suma el de la Diputación de Sevilla. Ambos organismos planifican una oferta cultural para todo el verano que en los últimos años viene mejorándose notablemente. La Universidad ha agrupado su oferta cultural en el Cicus. El proyecto se denomina 21 Grados y ofrece exposiciones, conciertos, películas, espectáculos de danza, etc apostando por la vanguardia y la difusión de trabajos universitarios (muchos de los proyectos corresponden a premios universitarios). Desde la carrera el verano era sinónimo de reencontrarme con el cine clásico en pantalla grande y en VOS. Y a ello le añadimos la singularidad de estar en el patio del Rectorado, del siglo XVIII. Este año la sede

La propuesta de la Diputación se llama Asómate al patio. Es una propuesta similar aunque no tiene el carácter gratuito de la anterior. Y como la demanda responde hay que planificar incluso el acudir comprando las entradas con antelación. En contrapartida su oferta se ajusta más a los gustos del mainstream en las películas que proyecta (la oferta de cine clásico es menor) y los espectáculos que ofrece.

Durante el verano, el teatro queda asociado a grandes festivales que tienen lugar en marcos incomparables como el Teatro Romano de Mérida. Sólo he podido asistir una vez pero fue la mejor ocasión: ver a Nuria Espert en el papel de Medea. No conozco el Corral de Comedias de Almagro pero he podido ir varios veranos al Castillo de Niebla. En Sevilla no hemos tenido nada parecido salvo el Festival de Danza de Itálica. Hasta que una compañía de teatro tuvo el magnífico propósito y sobre todo el empeño de representar obras de nuestro teatro clásico durante el verano en Sevilla. Se trata de la compañía Teatro Clásico de Sevilla. En sus inicios, con más ilusión que medios, tuvieron la feliz idea de restaurar la costumbre de representar Don Juan Tenorio durante el mes de noviembre. Y desde hace un par de años gracias a sus representaciones estivales podemos disfrutar de obras del teatro barroco español y de enclaves como el Palacio de la Buhaira y las Reales Atarazanas. Éstos últimos junto con los arriba mencionados merecen la pena verse en el anochecer y completar la visita a la luz del día.

Y como dirían los yanquis last but not least, hay una obra de teatro que proximamente se va a representar. Está dirigida por Juan Duque, actor onubense afincado en Sevilla más conocido en la Blogosfera como Luz de Gas. Sí, se trata del radioblog que desde hace unos años es punto de encuentro entre blogueros.

Se trata de Las Preciosas Ridículas, de Molière, que se va a representar los días 7-10 de julio en Escénica de la calle San Luis. Y un aliciente para los bolsillos es que la entrada es gratuita hasta completar aforo.


Las vacaciones son añoradas, recordadas y ansiadas durante el resto del año. No conviene tampoco saturarlas de actividades y acabar reventao de ellas. Si no descansamos y desconectamos (**) durante las vacaciones no se considerarán como tal.



Pero merece la pena una inventiva para hacer cosas diferentes... en el lugar de siempre.


(*) algunas se mantienen e incluso se van consolidando, otras en cambio son fruto del entusiasmo de un año y se quedan en eso. Hace justo un año, tuve la "mala suerte" de que la Hermandad de
Santa Lucía decidiera estrenarse con su velada un fin de semana anterior a mi examen de oposiciones.

(**) siempre he sido enemiga de los deberes de verano para aquellos niños y adolescentes que aprueban el curso.

viernes, 26 de marzo de 2010

Un alto en el camino

Pintura de Ernest Descals (Paso del Cristo de las Aguas por el Arenal de Sevilla)

Llega la Semana Santa y Sevilla acude a su promesa de encontrarse a sí misma, en sus gentes, en sus calles y en su fiesta. Un año, dicen, que vivimos para una semana. Una semana que dura una eternidad y que transcurre con la fugacidad con que se apaga un cirio.

Una semana que es una vida, y una promesa de que se renuevan todas nuestras esperanzas. Un encuentro con el Señor que acude con la fidelidad de quien siempre sale a nuestro encuentro.

Para aquellos que puedan descansar unos días, les deseo que hallen alegría y reposo en estos días y que tengáis buenos paseos y buenas lecturas.

Saeta

jueves, 23 de abril de 2009

Mi librería

La vista se dirige invariablemente a dos grandes ventanales que dan a la calle. Uno a cada lado de la puerta como dos esfinges que saludaran al visitante de un templo de la sabiduría. Simétricos en sus medidas y en sus formas, ofrecen al transeúnte, peatón, andante, ciudadano, mirón, curioso, comprador, paseante; libros.

De arriba a abajo se suceden en perfecta armonía de tamaños y temas los libros. Los que son novedad, los que acompañan a cada época del año, los infantiles, los de temas locales, y los que invitan a leerlos.

Si uno alza la vista verá unas desvencijadas letras doradas con el nombre de la libería. Y comprobará que el local gira a su izquierda ofreciendo un tercer escaparate. Si no repara en él se perderá los rostros del celuloide que se asoman.

Un alegre tintineo nos saluda y entramos en una pequeña librería, oscura y atiborrada de libros en su justa medida, siempre ordenada aunque uno tarde en reparar en ello.

El olor a madera hace años que se perdió y el papel moderno de los libros resulta demasiado aséptico, así que huérfanos del sentido del olfato, nos vemos recompensados por la recreación visual y sensitiva. La vista recorrerá las paredes forradas de estanterías y los dedos juguetearán con las varas de las columnas móviles donde nos esperan los compactos de Anagrama, los ensayos de Tusquets y los autores fotografiados de Alianza.

Si me detengo en el centro de la estantería central, al final del pasillito formado por dos grandes mesas, descubriré por qué Audrey, Grant o Almodóvar me miraban mientras me tomo una cerveza en El Tremendo. Toda una estantería está dedicada a libros de Cine. Frecuento esta librería desde los 14 años y siempre he supuesto que el librero era tan cinéfilo que gustaba de ofrecer biografías de los grandes de Hollywood, colecciones de libros sobre los Oscar o técnicas cinematográficas y de actuación.

Pero también debe gustarle la Pedagogía. O fue un antiguo maestro. Si en la librería habita un Firmin tal vez sepa algo. Lo cierto es que justo enfrente de la puerta de la librería y ocupando nada menos que dos estanterías bien anchas se encuentra una sustancial colección de libros de pedagogía y didáctica de la educación, en todos sus niveles y variantes. Y enfrente como un correlativo mental, una de las mesas ofrece libros infantiles y juveniles, quedando la otra que está justo al lado de la entrada para las novedades editoriales. Casi nunca reparo en ella, me quedo con el buen sabor que me dejaron Auster, Baroja, Galeano.

Hemos llegado al mostrador, largo y macizo. Nos saluda M. a quien en mi adolescencia consideraba la mujer más moderna después de Alaska o nos llega el suave acento de Y. En raras ocasiones nos atiende el señor R., canoso, serio, de modales pausados y amena conversación.

Un nuevo tintineo me recuerda que pronto volveré a mi librería.

¿Hay un privilegio mayor que tener una librería como ésta en mi barrio? Temo el día que definitivamente se implanten los almacenes de libros.


Librería Reguera
c/Almirante Apodaca, 23
41.003 Sevilla

viernes, 3 de abril de 2009

Semana Santa en Sevilla

La ciudad del río y el arenal, del héroe legendario y el conquistador histórico, de la hija santa y del hijo traidor, de la nieve única y el sol avencidado, del oro indiano y de la fiebre amarilla, del cruel y del justiciero, de la giganta y la tesela, es la ciudad de la penitencia y de la gloria, del recogimiento personal y de la reunión social, de la tradición y la modernidad siempre enfrentadas y nunca entendidas.

La Semana Santa de Sevilla recibe, hoy, tantos epítetos como ojos la contemplan, corazones la sienten y caminos la despiden.

Suele decirse que es difícil explicar qué es la Semana Santa de Sevilla. Yo haré el intento. Pensando en aquellos lectores ajenos y totalmente desconocedores de esta realidad, la definiré como una de las fiestas principales de la ciudad de Sevilla. No digo la principal pues nuestro dualismo queda subrayado en dos fiestas -Semana Santa y Feria de Abril-, aparentemente antagónicas que, sin embargo, siempre han trasncurrido fraternizadas.

Un fiesta religiosa que se celebra en el momento del año que la liturgia católica conmemora la Pasión, Muerte y Resurreción de Jesús. Siguiendo los pasajes evangélicos, desde que el Señor entró aclamado en Jerusalén en vísperas de la pascua judía, pasando por su proceso de acusación por los sumos sacerdotes hebreos, su encarcelamiento, padecimiento físico, hasta su muerte en la cruz y resurreción a los tres días como anunció.

Una fiesta artística que recoge la tradición secular, que hunde sus raíces en la Edad Media y culmina en el Barroco, de hacer estación de penitencia en forma de procesión por las calles con imágenes que representan los pasajes evangélicos mencionados. Los artistas más renombrados esculpieron inspirados los rostros del Señor y de su madre, la Virgen María, bajo las múltiples advocaciones con que el pueblo les ha dado culto, rezado y proclamado.

Y aunque los cultos los oficia el clero, ha sido la piedad y religiosidad popular quien se reunió en torno a esas advocaciones naciendo así las hermandades o cofradías (*), que son asociaciones cristianas que dan culto a una imagen como testimonio público de fe además de realizar acciones de caridad.

Una fiesta celebrada en numerosos puntos de la geografía española como espejos sin imagen reflejada pues la idiosincrasia de cada lugar las convierte en únicas; si bien se contrasta la sobriedad castellana con la emotividad andaluza. Y como toda cultura ha desarrollado a su alrededor variopintas costumbres gastronómicas (pestiños, torrijas, bacalao) aí como de ropa (quien no estrena el Domingo de Ramos no tiene mano).

En Sevilla, los números suelen ser los protagonistas como parte de nuestra vanidad ombliguista que nos legaron aquellos de fazer un templo tan grande que nos tomen por locos: más de sesenta hermandades, miles de nazarenos, siglos de antigüedad en fundaciones e imágenes, calles abarrotadas, kilómetros recorridos, dinero que gastamos y se gasta. Porque ha trascendido fronteras convirtiéndose en fiesta turística o al menos en reclamo de tal.

Una fiesta que es una estampa, una mirada congelada en el tiempo en forma de fotografía o pincelada de sentimiento en el recuerdo del corazón, un sentimiento siempre a flor de piel, un requiebro que surca el aire desde miles de gargantas enmudecidas, una sintonía de tambores y de pisadas racheadas, un trocito de cielo envuelto en incienso y azahar, una imagen que expresa mil palabras que se le dirige, unos ojos anónimos que se encuentran con los que siempre le mira. La Semana Santa en Sevilla es una calle, un barrio, un cielo, un momento, un encuentro, una oración, un gozo y una inexplicación.

Fiesta religiosa, cultural y momento vacacional. Extraña conjunción, ¿no creen?. Tema de conversación sempiterno para muchos, motivo de desconcierto para otros muchos, imagen de una ciudad real y deformada, anquilosada y creciente. Podríamos concluir con un definitivo cada uno la vive a su modo.

Pero surgen interrogantes: ¿Semana Santa sin fe? ¿sevillanos fuera de Sevilla esos días? ¿celebración litúrgica sin pasos? ¿entrar en una iglesia sólo en esta época, rezar sólo un día? e incluso, ¿recorrer callejuelas intramuros sólo esa semana?.

La Semana Santa en Sevilla tiene un carácter marcadamente familiar, pues pertenecer a una hermandad, acompañar a la imagen como nazareno o sacar un paso como costalero se remonta en muchos casos a bisabuelos y se transmite a bisnietos. Se acentúa en ella los ritos, pues es una ceremonia compuesta por miles de detalles desde los imperceptibles de montar la parihuela de los pasos a los solemnes de los cultos principales. Es una experiencia intimista de comunión entre el hijo y el Padre.

La Semana Santa puede estar llena de sentido pero también vacía. Es el sentido que dé a la vida la que lleva a vivirla de un modo u otro. Hay navidades y semanasantas todo el año cuando aprendemos a ser humildes, a perdonarnos, a ver a la otra persona como hijo de Dios y por tanto hermano. Hay Semana Santa en una calle agolpada de gente donde un penitente se deja interpelar por Dios hecho hombre; hay Semana Santa cuando la cruz de madera se abraza en la vida en forma de sacrificio y humildad; hay Semana Santa cuando nos mira el Amor, el Dolor, la Esperanza y nos invita a abandonarnos en la Providencia con con la confianza de quien es amado.

La Semana Santa es encuentro: en la familia, en la amistad, en la calle, en la ciudad. Es un encuentro con Él y con Ella. Creemos que salimos a ver y nos encontramos con la mirada siempre paciente. Creemos que dura una semana y es una vida llamada a ser eterna.

La Semana Santa en Sevilla es multitudinaria y bulliciosa, silenciosa y enmudecida, múltiple y única. Explicada tantas veces sin dejar de ser un misterio. Una manifestación de amor, para que nos amemos todos, sin distinciones.

(*) Etimológicamente significan lo mismo: hermandad viene de germanus (hermano carnal) y cofradía viene de cum fratre (con el hermano). Pero existe una diferencia jurídica tradicionalmente establecida en el Derecho Canónico, y que reogió el Código de Derecho Canónico (el actual no hace distingos y sólo habla de asociaciones de fieles en general): "Las asociaciones de fieles que han sido erigidas para ejercer alguna obra de piedad o de caridad, se denominan pías uniones; las cuales, si están constituidas a modo de cuerpo orgánico, se llaman hermandades". "Y las hermandades que han sido erigidas además para el incremento del culto público, reciben el nombre particular de cofradías". Es decir, una corporación entre cuyos fines tenga rendir culto público -normalmente a una o varias imágenes- debería denominarse siempre cofradía; pues hermandad es aquella asociación cuyo fin exclusivo es la caridad (pía unión si no está organizada corporativamente). Archicofradía es un rango superior de cofradía que otorga la Santa Sede y que permite crear filiales que participen de los privilegios de la Archicofradía Primaria o de una Confraternidad universal.






--------------------------------------------------------------------
Desde mi blog os deseo a todos una buena Semana Santa. Dejaré dos entradas programadas y volveré el lunes de Pascua.

martes, 31 de marzo de 2009

Romance de Don Fadrique

Yo me estaba allá en Coimbra,
que yo me la hube ganado,
cuando me vinieron cartas
del rey don Pedro, mi hermano,
que fuese a ver los torneos
que en Sevilla se han armado.

Yo, Maestre sin ventura,
yo, Maestre desdichado,
tomara trece de mula,
venticinco de caballo,
todos con cadenas de oro,
de jubones de brocado.

Jornada de quince días
en ocho la había andado.
A la pasada de un río,
pasándole por el vado,
cayó mi mula conmigo,
perdí mi puñal dorado,
ahogáraseme un paje,
de los míos más privado,
criado era en mi sala
y de mí muy regalado.

Con todas estas desdichas
a Sevilla hube llegado;
A la puerta Macarena
encontré con un ordenado,
ordenado de evangelio,
que misa no había cantado.

-Manténgate Dios, Maestre,
Maestre, bien seáis llegado.
Hoy te ha nacido hijo,
hoy cumples ventiún años.

Si te plugiese, Maestre,
volvamos a bautizarlo,
que yo sería el padrino,
tú, Maestre, el ahijado.

Allí hablara el Maestre,
bien oiréis lo que ha hablado:
-No me lo mandéis, señor,
padre, no queráis mandarlo,
que voy a ver qué me quiere
el rey don Pedro, mi hermano.

Di de espuelas a mi mula,
en Sevilla me hube entrado.
De que no vi tela puesta,
ni vi caballero armado,
fuime para los palacios
del rey don Pedro, mi hermano.

En entrando por las puertas,
las puertas me habían cerrado;
quitáronme la mi espada,
la que traía a mi lado,
quitáronme mi compañía,
la que me había acompañado.
Los míos, desque esto vieron,
de traición me han avisado,
que me saliese yo fuera
que ellos me pondrían en salvo.

Yo, como estaba sin culpa,
de nada hube curado.
Fuime para el aposento
del rey don Pedro, mi hermano.
-Mantengaos Dios, el rey,
y a todos de cabo a cabo.
-Mal hora vengáis, Maestre,
Maestre, mal seáis llegado.
Nunca nos venís a ver
sino una vez en el año,
y ésta que venís, Maestre,
es por fuerza o por mandado.

Vuestra cabeza, Maestre,
mandada está en aguinaldo.
-¿Por qué es aqueso, buen rey?
nunca os hice desaguisado,
ni os dejé yo en la lid,
ni con moros peleando.
-Venid acá, mis porteros,
hágase lo que he mandado.

Aún no lo hubo bien dicho,
la cabeza le han cortado;
a doña María de Padilla
en un plato la ha enviado.
Así hablaba con ella,
como si estuviera sano,
las palabras que le dice
de esta suerte está hablando:

-Aquí pagaréis, traidor,
lo de antaño y lo de hogaño,
el mal consejo que diste
al rey don Pedro, tu hermano.
Asióla por los cabellos,
echádosela a un alano;
el alano es del Maestre,
púsola sobre un estrado,
a los aullidos que daba
atronó todo el palacio.

Allí demandara el rey:
-¿Quién hace mal a ese alano?
Allí respondieron todos
a los cuales ha pesado:
-Con la cabeza lo ha, señor,
del Maestre, vuestro hermano.

Allí hablara una su tía
que tía era de entrambos:
-Cuán mal lo mirastes, rey,
rey, qué mal lo habéis mirado.
Por una mala mujer
habéis muerto un tal hermano.
Aún no lo había bien dicho
cuando ya le había pesado.
Fuese para doña María,
de esta suerte le ha hablado:
-Prendedla, mis caballeros,
ponédmela a buen recaudo,
que yo le daré tal castigo
que a todos sea sonado.

En cárceles muy oscuras
allí la había aprisionado,
él mismo le da a comer,
él mismo con la su mano,
no se fía de ninguno,
sino de un paje que ha criado.

Anónimo

lunes, 23 de marzo de 2009

Hay que ser

La calle Imperial es muy apañada por su utilidad de atajo. Para los vecinos de Santa Catalina es nuestra vía directa de comunicación con Nervión. Nos ahorra atravesar la Ronda de Mª Auxiliadora y recorrer José Laguillo con su puente de trenes. Dada la circunvalación que ofrece el casco histórico y lo chica que resulta Sevilla, con esa sóla calle pasamos de barrio a barrio en 10 minutos.

Pese a que la recorra varias veces al día no me cansa discurrir por esta vía peatonal que de no existir, no permitiría vislumbrar las fachadas traseras de los conventos de San Leandro, del Palacio de Medinaceli (Casa Pilatos) y de la Iglesia de San Esteban. Por cierto, a modo de inciso del tema que ocupará este post, me intriga sobremanera la nueva vivienda que ocupa parte del convento. La fachada fue rehabilitada hace poco y pensé que iría algún espacio cultural como en el Monasterio de Santa Inés. Pero uno de los días vi gente asomada a los minúsculos balcones que han abierto, primorosamente adornados de macetas, y en otra ocasión que estaba la puerta entreabierta escudriñé el interior con la entreplanta. El día que oi a unos chicos celebrar un gol no me cupo duda de que es una vivienda pero sigo conjeturando el cómo y el por qué. Aunque cosas más insólitas se han visto como el bar Chapas que abrieron en los 90 en la esquina de la Iglesia del Buen Suceso (fue una ayuda de los carmelitas a un grupo de jóvenes parados, por cierto).

Recorriendo la estrecha, tortuosa y pintoresca calle Imperial (cuyo nombre nada tiene que ver con un título*), uno se encuentra tanto pisos como casas a su margen izquierda con los edificios que he citado a su margen derecha. Un conjunto muy variado como podrá observar el viandante, incluyendo además una casa-palacio en la esquina y otra más, rehabilitada como Hotel Imperial, que está justo enfrente de las cocinas del catering Alfonso en la parte más abandonada del palacio de Medinaceli.

El único inconveniente de la calle es lo maloliente que puede resultar por las cacas de perros pero esa actitud incívica te la puedes encontrar en cualquier parte por desgracia. La presencia de coches no resultaría molesta si el conductor entendiera que pasa por donde no debe a modo de escaqueo y que tiene el peatón la máxima prioridad. Pero ocurre justo al contrario y uno acaba agazapado en una esquina esperando que el coche pase. Y con la moda de todoterrenos por la ciudad corres el riesgo de que te planchen.

Porque ocurren cosas como esta:

Hay que ser mameluco o tener muy mala idea para embestir una casa de ese modo. Aunque ocurra de día, ¿se imaginan el susto que dará a los habitantes y vecinos próximos?.

¿Y si les digo que van 3 porrazos en 1 año?

No sé si es moda o algo personal contra el propietario de la casa. Desconozco las razones de igual modo que no sé quién vive ahí, pero me indigna que algo así ocurra. Al segundo destrozo pusieron un cartel en la casa pidiendo que si alguien veía algo lo dijera. Ahora, han retirado los escombros pero presumo que tardarán en arreglar la entrada con su artístico hierro, que tendrán que cambiar por una barra de acero como parachoque.

No hay derecho. Pese a que se trate de un inmueble y por fortuna no de una persona la que sufre el atropello y que nuestra ciudad se ve convulsionada por hechos realmente graves, expreso mi solidaridad con ese propietario que debe arreglar su casa cada dos por tres. Hubo un jocoso cartel llamando a la calle "Vía Monteserrín", a ver si se daba por aludido y se daba cuenta de que en Sevilla en muchas calles, los conductores se creen los amos. Y no las personas como la ciudad que pretende vender. ¿O es que el centro tiene una "piel tan sensible" que luce muescas como estas?. Y al que lo hace, si es "sin querer", por favor que no sea tan atolondrado o deje de atajar por ese sitio, si no sabe.

(*) La calle Imperial formó parte del Barrio de los Acipreses en la Edad Media y desde finales del siglo XV se llamó así por vivir en ella el clérigo Antonio Imperial, Juez Provisor del Arzobispado y Predicador de la Catedral. No se debe el nombre, por tanto, al poeta Micer Francisco Imperial. (Las calles de Sevilla, José María de Mena).

jueves, 18 de diciembre de 2008

Quedada de blogueros sevillanos

Como ya comenté, el pasado viernes 12 nos concentramos a las puertas de Santa Catalina para protestar por su prolongado cierre y la desidia ante su deterioro. La iniciativa partió de un grupo de blogueros que además se reúnen en torno al programa La radio de los blogueros.

Conocía la mayoría de sus blogs desde hace tiempo aunque tardé en comentar en ellos. En cambio ellos sí se enlazan, de hecho en los blogroll se ven, prácticamente, los mismos blogs, una treintena. Algunos de ellos ya se conocen personalmente, sobre todo a raíz del EBE (la 2ª edición que es aquí y no asisto, tiene delito).

Yo en cambio no conocía a nadie personalmente, pero es algo que no me echa atrás, al contrario, estoy acostumbrada a encontrarme con alguien que no he visto en mi vida. Lo encuentro divertido. Sobre todo eso de llegar y presentarse con el nick. Ya me pasó cuando fui al concierto de Mikel Erentxun.

Como venía de las clases no estaba muy arreglada aunque me imaginé que después nos quedaríamos a tomar algo. Así que iba en vaqueros y con el chubasquero. Eso sí, sólo a mí se me ocurría aparecer con mi bufanda y gorro rosa chicle. Y como curiosidad no estaba con mi coleta habitual. La noche fría y lluviosa no daba el mejor ambiente y llegué a pensar si finalmente habría reunión.

Delante de la fachada había varios pequeños grupos. Me acerqué a la puerta de la paroquia y vi que todo el mundo estaba reunido. Yo era la única que estaba sola aunque se notara a leguas que estaba allí por el tema. De repente reconocí a Juanlu, no fui la única, con su foto de perfil era fácil. Al lado suya vi que estaba Javi al que también reconocí enseguida después de haber visto su foto por el segundo aniversario blogger. Me presentaron a Ainhoa, a María Azahar y a Sevillana, de la que no me enteré bien del blog. Estoy fatal del oído y a veces no oigo bien en reuniones. Lo mismo me pasó con El Rincón de Sevilla. Creí que era el hermano de Charo y no me enteré de su blog. La foto que pongo abajo la tomó él.

Pregunté por El Aguaó, Herodes Bético (que no estuvo y espero que esté bien que anda missing en la blogosfera), y también me presentaron a Du Guesclin, El cáliz de la Canina, Jordi de Triana, Híspalis.

Detrás de un blog hay una persona de la que sólo sabes lo que muestre. He rumiado un post que ya pondré acerca del blogger anónimo y el blogger desconocido. Aún así, siempre te haces una "idea" de cómo es a través de su blog y aunque no seas muy propenso a imaginar, no se ajustará la imagen que tengas del blogger con la persona en sí. Me pasó con varios blogueros, especialmente con uno que vi muy pibe y con un imagen más moderna de lo que creía. Ese tema salió una de las veces en las conversaciones. También había blogueros que se conocían de siempre y una historia que me pareció simpatiquísima como la película de James Stewart El bazar de las sorpresas (su remake es Tienes un email): dos blogueros que se leían hasta que descubrieron ser compañeros de trabajo. Y surgieron varios conocidos comunes. En ese sentido Sevilla es muy provinciana. Hubo quien no quiso desvelar quién era y era curioso notar que había blogueros que fueron acompañados pero había blogueras que no.

La sensación que tengo ahora es similar a la de salir del anonimato. Mi bog es personal, no dedicado a mi ciudad. Y cuento cosas de mi vida porque en la realidad soy proclive a ello. Pero aquí tengo un nick y la escritura siempre sirve de escudo, aunque ahora, después de año y medio es cuando empiezo a tener "conciencia" de que alguna persona, me lee.

Los de Sevilla Tv nos grabaron, a Charo le entrevistaron y se leyó un manifiesto (creo que fue Ramsés). Concluido el acto, muchos se dispersaron pero entre los que me encontraba surgió seguir con una cervecita.

Yo me apunté enseguida. No porque me vaya la marcha sino porque me gusta mucho conocer gente nueva, diferente, con la que conversar y en aquel momento me encontraba a gusto con gente muy maja.

Surgió una entretenida velada con Sergio, Javi, Charo, Ainhoa y Juanlu que prolongamos en el Louvre (un sitio que me encanta , voy bastante al cogerme al lado de casa. Yo quedé como la borrachina del grupo, con el lingotazo de jotabeconsevenap, menos mal que Javi y Charo se apuntaron a algo). Y la verdad es que lo pasé bien, recogiéndome a las 3 de la mañana. En todo momento la conversación, que no sólo fue de blogs, no decayó.

Y una cosa que me ha sorprendido gratamente es el conocimiento, no ya el entusiasmo, de la ciudad. Yo leí las Leyendas de Mena con 8 años y, salvo mi padre, me pasé toda mi infancia y adolescencia sin conocer a alguien que las leyera y se interesara por esos temas. Es más, casi siempre he sido la típica persona que sepa deambular por Sevilla. En la carrera aunque me pasé meses con el garum gaditano y estadísticas de arrobas de trigo de monasterios medievales del Aljarafe en un estudio localísimo de la Historia, está denostado el estudio de nuestra ciudad. Se le atribuyen tantas leyendas que está desprestigiado dedicarse a ellas, aunque no tengan un fundamento plenamente científico. Pero incluso los hechos y personajes que son realmente históricos quedan de lado en los planes de estudio. En los doctorandos es cuando puedes, tímidamente, plantear un tema. En Arte son más receptivos; en mi especialidad, Edad Media, te mandaban a archivos municipales de pueblos de la provincia.

En cambio, estos blogueros tienen un conocimiento bastante profundo de la ciudad. Cuando he leído algunos de sus post, es curioso, esta persona también sabe de este monumento, de este hecho o de este personaje, me he dicho. ¡Es fantástico!

Quizás quedemos en otra ocasión, desde luego motivos como este no nos faltan y encima la mayoría son béticos y capillitas, así que ya coincidiremos en un acontecimiento de nuestra querida Sevilla.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Santa Catalina

Santa Catalina es una iglesia del casco antiguo de Sevilla, emplazada junto a la Plaza Ponce de León a la entrada del antiguo camino real de la calle San Luis, en el mismo linde del perímetro que conformaba la muralla romana. Fue una de las muchas mezquitas que hubo en Isbilya que tras la reconquista quedaron convertidas en parroquias de collaciones cristianas, remozadas hasta presentar una fisonomía característica del arte gótico-mudéjar como se aprecia en portadas y torres.

Forma parte de un conjunto de vecinas iglesias como Santa Marina, Omnium Sanctorum, con una historia propia que arranca en el siglo XIV cuando sobre la ruinosa aljama se construyó un nuevo templo bajo la advocación de la santa de Alejandría. Posteriormente recibirá varias transformaciones y restauraciones hasta llegar al siglo pasado en que se asocia con una popular cofradía conocida como "Los Caballos". Junto a la iglesia de san Román conforma una parroquia unidas por el mismo trágico destino de la ruina arquitectónica y el cierre de las iglesias. Afortunadamante San Román se ha restaurado (con más o menos acierto y con la consecuencia de la salida de la popularísima Hermandad de "Los Gitanos") y desde hace más de cuatro años las cubiertas de Santa Catalina están esperando ser restauradas.

Para conocer un poquito más esta iglesia, cabe destacar que conserva restos originales del mihrab y el alminar islámicos. La torre presenta la característica decoración de paños de sebka y arcos ciego polilolulados del arte musulmán que fueron asimilados por maestros cristianos como se observa en el "redondillo" que es el muro exterior doblemente circular de la nave del Evangelio que presenta la misma decoración en ladrillo de arquillos ciegos polilobulados. Una zona actualmente ennegrecida, desgastada que no es apreciada por los que la usan con fines poco higiénicos o simplemente para apoyar veladores.

En el interior, recogido en dimensiones y altura, las tres naves con presbiterio y coro se sustentan con arcos formeros apuntados sobre pilares cuadrangulares que se cubren con bóveda de artesanado mudéjar de artesa, con tirantes en la central y colgadizo en las laterales, mientras que la capilla mayor se cubre con bóveda de crucería. El retablo mayor es de Diego López Bueno (1624-29) con una pintura de San Pedro (1560) de Pedro Campaña y una imagen de Santa Catalina del siglo XVIII. Desde las laterales se abren capillas que fueron construyéndose con lo siglos destacando la Sacramental (1720) joya del barroco andaluz de Leonardo de Figueroa.

En 1912 fue declarada Monumento Nacional y en 1926 el arquitecto del Regionalismo, Juan de Talavera, acometió una importante restauración que conllevó tapar la primitiva puerta con la fachada gótica de la iglesia de Santa Lucía, secularizada desde La Gloriosa (1868) y que sigue hoy abandonada a su mala suerte como almacén del ayuntamiento.

La Hermandad de la Exaltación con un portentoso Crucificado (1687) de Pedro Roldán que procesiona en uno de los pasos de más sentido escénico de la Semana Santa de Sevilla, conocido por los dos equinos que lleva, tienen su sede aquí junto a las hermandades del Carmen, Rosario y Santa Lucía que también procesionan.

En mayo de 2004, Santa Catalina cerró sus puertas. Las dos palmeras que la flanqueaban se doblegaron afligidas y hoy queda una que se comba lastimosamente. Desde hace unos meses en la blogosfera sevillana y en torno a un programa de radio que los reune se ha formado un movimiento de protesta por la negligencia de la adminiastraciones públicas y de rechazo a que la situación no vislumbre una solucion. Yo tenía pensado este post desde entonces y ya no quería postergarlo como han hecho a quienes critico. Ha habido una noticia ayer mismo: el compromiso entre Junta, Ayuntamiento y Arzobispado, auspiciado por Celis, recién estrenando la dirección de Urbanismo que para más señas nació en el barrio y es hermano.

Por eso hoy habrá una concentración a las puertas de Santa Catalina. No hace falta ser un blogger o un sevillano, ni ser católico, sino sensibilizado con un monumento artístico de nuestra ciudad que coloquialmente se cae a pedazos.

Esperemos reunirnos nuevamente, pero un Jueves Santo para ver salir los pasos de la que es, por cierrto, mi parroquia. Cosas del destino, cuando me mudé al barrio lo primerom que averigüé es cuál era mi parroquia y es esta, que espero que siga siendo el templo de la historia sevillana que es.

Ver web oficial pro restauración que incluye este video.

martes, 2 de diciembre de 2008

Doña María Coronel

Este nombre evoca en Sevilla una calle casi rectilínea no muy estrecha, un paseo de casas señoriales, de achaparrados naranjos que la concluyen sin interrupción en armoniosa simetría. Se prolonga en un caprichoso recodo para desembocar en la sonora Peñuelas y cruzarse con el veintiquatro Bustos Tavera.

Esta es la imagen que obtendremos si nos adentramos en ella desde la plaza de San Pedro, una vez doblada la esquina de la parroquia del clavíjero.

Pero es probable que nuestra andanza se vea interrumpida al ver un desvencijado portón en una agrietada fachada. Nuestra curiosidad nos adentrará en un pequeño patio a cuya mano derecha se encuentra la fachada de la iglesia, y al fondo el torno de donde emana un olorcillo de bollitos, cortadillos y pastas. Es el Real Monasterio de Santa Inés.

Ese nombre evoca en Sevilla, un episodio extraordinario pero significativo del reinado de Pedro I en el siglo XIV. Sí, aquel rey que despertara simpatías o temores y por eso en la Historia se le conoce como Pero Gil, el Cruel o el Justiciero (Felipe II ordenó el cambio de mote). El mismo rey, que de Burgos a Montiel, pasó media de su corta vida en Sevilla, dejándonos el Palacio mudéjar de los Reales Alcázares y un reguero de variopintas leyendas ocurridas aquí, como sin par demostración de su personalidad.

Es el nombre de una dama sevillana que se autodesfiguró el rostro en defensa de su honra ante el acoso sufrido por Pedro, por muy rey que fuera. Hay cosas que no desaparecen, por desgracia.

Nacida en el año 1334 en la calle Arrayán, pronto envuelta en las luchas nobiliarias rivales según a qué rey se apoyaba, en el ocaso del medievo peninsular, como hija mayor de Alfonso Fernández Coronel y como esposa del infante Juan Alfonso de la Cerda (*).

retrato de Joaquín Domínguez Bécquer

Su padre era un activo noble castellano que incrementó sus tierras y títulos al apoyar a la favorita del rey Alfonso XI, la también sevillana Leonor de Guzmán. Su esposo era miembro de una poderosa familia como línea primogénita y desheredada descendiente de Alfonso X el Sabio.

Ambos caerán en desgracia a la muerte de Alfonso XI, una vez que la reina viuda, María de Portugal, se venga de su rival, la favorita Leonor, mandando prenderla y asesinarla. El nuevo rey Pedro I, el único hijo legítimo, accede al trono. Pese a haber sido criado por su madre en el odio a la amante del padre, a los tres días de su boda con Blanca de Borbón, se une a María de Padilla.

Mientras, la nobleza castellana se subleva encabezada por el hermanastro Enrique de Trastámara. Siendo éste, hijo de Leonor de Guzmán, la familia de nuestra protagonista se alía directamente, enfrentándose con el monarca. En estos momentos, doña María Coronel se encuentra en tierras cordobesas de Aguilar de la Frontera (**), donde su padre y esposo luchan en un episodio más de la guerra civil. Los acontecimientos se precipitan: muere el padre, el marido de su hermana Aldonza huye y la deja en Sevilla. El rey se encapricha de ella y la aloja en la Torre del Oro. Pero su cuñado, el marido de doña María la defiende. Es apresado por el rey y este marcha al norte donde siguen las sublevaciones. Enterada María, se dirige al campamento real para solicitar clemencia. Sin saber que, decapitado su marido, ya era viuda.

Retorna sola a Sevilla, sin familia ni posesiones. Pero tiene algo que el capricho y empecinamiento del rey quiere obtener: su extraordinaria belleza. Comienza a hostigarla. Ella decide retirarse a la ermita de San Blas, en las inmediaciones de Omnium Sanctorum hasta que finalmente ingresa en el convento de Santa Clara. El rey la persigue. En una de las ocasiones, las monjas la esconden en unos lagares y en el lugar florece un perejil. Pero el rey no se da por vencido, a cada negativa aumenta su ira por los desaires y pese a que ya ha profesado irrumpe en el convento con su guardia. Ella se refugia en la cocina pero nada detiene al rey. Entonces toma una sartén y se arroja aceite hirviendo a la cara. Su rostro queda desfigurado para siempre. Se ha marchitado su belleza y logrará que Pedro la olvide. Este queda conmocionado por el arrojo de ella y convencido por María de Padilla, decide devolverle sus posesiones.

Pero no será hasta el reinado de Enrique II, que mata a su hermanastro e inicia la dinastía de los Trastámara, cuando eso ocurra y podrá doña María recuperar las posesiones familiares, entre ellas las casas del viejo palacete de los Coronel a la espalda de la Morería. Pudo por fin cumplir sus deseos de fundar un convento, de Santa Inés en 1376, del que fue la primera abadesa. Murió el 2 de diciembre de 1409 (recientemente se ha corregido la fecha de 1411).



Pasados los siglos, en ese convento las gentes se arremolinarían cada Misa del Gallo con tal de oír la celestial música que arrancaba de su órgano el viejo Maese Pérez, como nos relató Bécquer en su leyenda.

Y con el tiempo, las hermanas quisieron colocar los restos de la priora, que descansaba con los de su marido y una hija de corta edad, en un lugar más visible de la iglesia. Cuando lo abrieron en 1696 contemplaron maravilladas el cuerpo incorrupto de doña María Coronel. En la actualidad se ha verificado la autenticidad de las quemaduras que corresponden a aquel siglo.

Hoy, 2 de diciembre, asomada a la reja del coro de la vieja iglesia gótica, inusualmente iluminado, dejando entrever árboles del jardín, puedo ver su rostro apergaminado que conserva las cicatrices, con las manos reposando sobre el hábito de franciscana. Un rostro que es una vida y una vida que es una historia. La historia misma de la ciudad, que sin ser santa le visita como tal.

(*) Juan Alfonso de la Cerda fue Alguacil Mayor de Sevilla y Adelantado de la frontera de Aragón. Tuvo aficiones literaria siendo muy considerado por el Marqués de Santillana, aunque no se conoce ninguna obra suya.
(**) En Aguilar de la Frontera también tiene dedicada una calle y un colegio.

* Post recomendado en Palabras para ti.

Escribo sobre

Map IP Address
Powered byIP2Location.com

Blog Widget by LinkWithin
 
© MMVII

template by | Zinquirilla