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miércoles, 18 de junio de 2008

Íntimo y sexy



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CSI Las Vegas en su séptima temporada (sí para aquellos que la vemos en T5) aporta una trama que enhebra varios episodios enredando a Gil Grissom en sus pesquisas en la mente de un psicópata constructor de escenarios de crímenes mediante maquetas.

Y otro enredo que deja perplejo al forense es la trama sentimental
con la que los asépticos guionistas han querido adornar una serie que podía vanagloriarse de no liar a sus protagonistas. Hasta ahora.

Salvo la boda exprés de Warrick y el ex de Catherine, la serie avanzaba siempre entre casos a cuál más rocambolesco. Yo no veo la serie desde el principio, ni sé qé temporada pille. Lo que sí recuerdo perfectamente es el capítulo que me enredó. Y sobre todo el momento, porque ya estaba empezado. Era Catherine la que resolvía el caso y lo hacía aplicando una teoría que no sé si científica pero sí de tintes psicológicos: la madre era la culpable de la muerte de la hija (en el interior de unas atracciones del castillo del terror) porque había fingido recordar, cuando en realidad, había inventado la historia. Recuerdo que hasta apliqué el experimento (la diferencia estriba en la dirección de la vista) a mi madre y hermana, jeje. Es curioso, como aquel caso no alardeaba de sofisticción de pruebas biológicas o químicas y que no fuera Grissom y sus reflexiones (o bichejos) los que me engancharan a la serie.

De hecho, la serie me gusta, y mucho, por las tramas de los casos y de laboratorio y no siento predilección por el persoaje de Grissom, como tantos otros fan que arrastra. Sólo me fijo en el buenorro de Gary Dourdan y las chicas me parecen repelentes, a la altura de la pedantería del protagonista. En cambio, me hace gracia la simpleza del inspector de policía o las chiquillerías de Eric.

Pero volviendo a la tensión sexual que siempre ha envuelto a los protagonistas de CSI Las Vegas, Grissom estuvo tentado por la domnatrix Lady Heather pero su puitanismo rechazaba esa opción. Y los guionistas hicieron caso omiso a los shippers "grillows" (aquellos que apostaban por Grissom y su mano derecha, Catherine).

En cambio en esta temporada, la que menos estoy siguiendo por causas ajenas, son Sara y Grissom los que mantienen una relación tan sutil y discreta que nada sabemos. Encuentros al acabar la jorana con largos silencios y profunda miradas sustituyen el revoltijo de sábanas que hay en cualquier serie.

Pero el pasado lunes, la escena del afeitado de barba estuvo cargada de la tensión sexual de más alto voltaje que recuerdo. A mí misma me resulta excitante ver a un -tu- chico afeitarse. A lo Gillete, ofcors, que siempre podrás mangarle o prestarle (de las nueeeevas). Pero eso de ser una la que le afeite la barba tiene su morbo. Por eso me resultó tan sexy la escena, de la que hay una discusión lingüística en un foro perdido:

Sara: ¿Confías e mí?
Grissom: (VO) Íntimamente. (Doblaje) Totalmente.
Pero es lo de menos, la propuesta era de lo más sugerente y la escena de lo más íntima. Y muy sexy.

Spoiler: es una psicópata la maquetista que tenderá una trampa a Grissom secuestrando a Sara, personaje que junto al de Warrick desaparecen tras 8ª temporada.

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