MONTY CLIFT QUE ESTÁS EN LOS CIELOS
Anoche te vi en pantalla grande. Si pareciera que hablo a alguien que no es de este siglo debería hacer un inciso recordando que gracias a la tecnología (odioso palabro) del DVD oí tu voz y pude verte actuar sin intermediarios parlantes de la lengua que tú, cultísimo, quisiste aprender para leer El Quijote.
Me hacía especial ilusión ver tu imagen proyectada a grandes dimensiones, oír el ruidillo que hace la vieja cinta al pasar y, sobre todo antojarme, que era transportada a otra época, a ésa época contemporánea tuya y que veía la película en un viejo cine, que llegaba a casa y sacaba de una cajón la portada de LIFE de diciembre de 1948. Fred Zinnemann, ese viejo maestro paciente y sencillo que supo descubrir en ti esa inocencia perdida, esa bondad innata de un alma perdía que vaga por la vieja Europa de posguerra en ruina, desafió al tiránico Harry Cohn de la Columbia para ofrecerte el papel q todos se pedían en Hollywood en 1952: Robert Lee E. Prewitt. ¿Así era en realidad James Jones cuando 11 años después traspasó de la memoria a la tinta sus vivencias militares en la paradisíaca Pearl Harbour? Aún describiéndolo en los primeros párrafos como “un joven pulcro y muy delgado”, con esa mirada límpida, ese coraje, esa superioridad moral.
¡Qué buena película hicieron todos! Pero es ahora cuando debo añadir tu implicación en el proyecto. Fred dejaba hacerte mientras te observaba impertérrito con su pipa y los quisquillosos miraban atónitos como una vieja dama del teatro ruso, se enfrascaba contigo en sempiternas tribulaciones interpretativas. El guión acababa convertido en una manojo de gastados folios con numerosas anotaciones en letra pequeñita pequeñita como apostrofa Marilyn en Cómo casarse con un millonario (do you remember it?: “Si hay alguien a quien le va peor que a mí en la vida es a Monty Clift”) todos los diálogos eran revisados y tu neurosis perfeccionista nunca era satisfecha. ¡¡¡Pero qué generoso eras!!! No sólo te implicabas en lo profesional sino también en lo humano. Lo tuyo no eran solo las borracheras más allá del metraje (como la anécdota que cuentan del caso omiso que dieron MacLaine y Mitchum al “¡Corten!”) que empalmabas con Burt Lancaster y demás del equipo de rodaje. Sino cómo preparabas los papeles de Frankie y Donna Reed. Así la profesión, bastantes años después, demasiados, te homenajeó como sólo podían hacerlo: mezclándose entre los extras del Juicio de Nuremberg en Vencedores o Vencidos. Muchos guiones salieron de la novela, incluyendo el del propio autor. Finalmente eligieron el de Taradash que era buen guionista sin duda pero conviene señalar que el ejército norteamericano permitió la utilización de todas sus instalaciones en Shofield Barracks (Hawai) así como el ofrecimiento que hizo para q se contara con instructores y extras necesarios una vez revisado el guión. El resultado es mucho más suave que el ataque salvaje de Jones contra a moralidad del ejército: en el libro el capitán Dana Holmes es ascendido a mayor y en la película se le aparta. Excepto la clara apuesta por Clift y Lancaster, hubo problemas para los papeles femeninos. Para Karen se pensó en Joan Crawford quien rechazó el papel por una discusión con el vestuario. No crean que se mostraba disconforme de lucirse en bañador o en suéter, ni mucho menos, la cosa fue más “fashion” y Frank Sinatra cogió el primer avión a Nairobi para hacer las paces con su entonces mujer Ava Gardner (les quedaban 2 telediarios como pareja) y que suplicara por el papel bombón del spaghetti (oops perdón, q eso sólo le llaman los amigos, dejémoslo en italoamericano) Ángelo Maggio. (¿es casualidad q sea el apellido de Gere en Oficia y caballero y q en el dobla de lugar a bromas?) Donna Reed fue de las pocas propuestas aceptadas sine qua non del lote de exigencias de la productora.
El resultado es altamente acertado. La atención se centra en los 5 personajes principales, Prew se relaciona con todos excepto con Karen quien sí sabe de él. Me gusta la forma en que se relaciona. Está a años luz de esos tapices multicorales q nos presentan las pelis de hoy día desde que Altman lo filmara a diestro y siniestro De aquí a la eternidad es la historia de 3 hombres. Cada uno parece tener su propio código de honor y las palabras de Prew sirven para definirlos: "Si un hombre no sigue su camino no es nadie”. Cada uno de los hombres se relacionan entre sí y creyéndose diferente (Prew orgulloso, Warden eficiente y Maggio exuberante) pero los tres son igualmente tercos. Se insiste muxo en la terquedad. A Prew se le dirá hasta la muerte q es sinónimo de estupidez. Karen se lo reprocha en silencio a Warden, Lorena nuevamente a Prew por sus insistencia de acapararla.
Asistimos también a un derroche de energía desperdiciado (curiosamente la palabra sale entre los diálogos en boca de Warden hacia Karen como excusa para seducirla y resarcirse del jefe) a unas vidas inútilmente perdidas pero no importará porque prevalece q se trata de personajes solitarios. Creo q la soledad es la verdadera protagonista de la historia. Al joven recluta se le reprocha su reclusión (“en él ejército no hay individuos”) nada más llegar a su nuevo destino. Lorena se lo reconocerá a Prew y éste mirándola con pesar sentencia que “nadie miente s propósito de la soledad”, la eficiencia de Warden esconde la soledad del hombre, comparte con Prewitt q se aferra al ejército q los acoge. La soledad y la traición empujan a Karen a las relaciones matrimoniales.
También hay despecho en la película. Y mucho. Todos se ceban con el pobre joven recluta al que pronto se le coge cariño y si bien no dja de serme curioso q haya asistido a la proyección de la peli en un ciclo enmarcado por la “traición y doblez” en el cine, discrepo de tal idea. Doblez sí hay la hipocresía del ejército destila por todos los fotograma pero sinceramente a mí como espectadora no me interesa. La soledad les impide comunicarse a los hombres del ejército. Ángelo y Prew son amigos, ya han coincidido en otro destino pero sólo la muerte de éste último hace aflorar los sentimientos de Prew. Y sólo la borrachera (es condición del soldado se oye entre risas en algún momento) les permitirá a Prew y Warden estrechar lazos. El papel de Warden con toda su fortaleza física, su fachada impoluta como sargento y lo bien considerado q está en la Compañía G es realmente sorprendente. Lancaster a la hora de interpretarlo no ofrece concesiones en una sola dualidad sino toda una paleta de caracteres: ahora rudo, ahora camarada, ahora romántico.
En cambio Prew es pura fragilidad. No física. La cámara se recrea en los músculos tostados que Montgomery Clift entrenó pues no era realmente musculoso. En esta película recibe otra monumental paliza tras la q le propina Wayne en Río Rojo. Aunque Clift acabe siempre acabe maltratado físicamente en la pantalla su alma permanece intacta. Su coraje espiritual superará el ataque sufrido por su cuerpo y resurge más fortalecido aún. Aquí se realza que es siempre un hombre de principios. Pero no sujeto a un código moralista. Es lo que por ejemplo Wilde quiso ofrecer en Traidor en el infierno para zafarse de toda la charlatanería y falso patriotismo de la era McCarthy (uhmm, ¿sólo de entonces?). ¿Y cómo lograba transmitir esa fragilidad y ese triunfo ulterior del alma? Con la mirada. Es la mirada que actúa en el cine. En la pantalla grande. Nos atrapa, nos envuelve, nos hipnotiza. Aunque no estaba seguro antes del rodaje de dar la talla como boxeador, todas las escenas las hace él y fue entrenado por un boxeador profesional. también aprendió a tocar la corneta y la escena de la cantina cuando se la arranca al corneta es sencillamente magistral. las notas salen vibrantes, congelando el momento mientras el dobla el cuerpo para hacerse uno con el instrumento.
Por lo demás, Sinatra está magnífico como el chistoso de la compañía, siempre exuberante y sobrecogedora es su muerte en brazos de su amigo. Deborah Kerr nos deleita con una evolución de señora respetable a mujer casquivana q arrastra fama en cada puerto a la desoladora despedida q ofrece) y Donna Reed con su rostro severo y a veces sofisticado q apenas sonríe excepto al final y cuando está en casa nos hace olvidar a la dulce señora Baileys de Qué bello es vivir (q ya es difícil para mí ;-) Esta película se alzó con 8 oscar nada menos. Y para una vez q a Clift le hizo ilusión fua a manos de su rival, nunca mejor dixo Holden or Traidor en el infierno. Renée Zinnemann, la esposa del director le regaló una trompeta de oro en miniatrura montada como si fuese un oscar. Clift la conservó durante el resto de su vida.
Salí del cine silbando la melodía "re-enlistment blues".