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Siempre recibimos cuando damos.

Una canción

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Cuando ruge la marabunta

- ¡Chica, ya no hay moscas!

Mi padre las llama moscas cuando son hormigas y si tuvieran alas estaríamos aviados. Aunque es verdad que hoy no las he visto.

- ¡Papá, hay una exploradora!

Eso ocurre al día siguiente y entonces mi padre y yo entablamos una sesuda conversación sobre los hábitos de las hormigas que ni David Livingstone y su hija Agnes. Yo le cuento lo que me dijo p. de que no podían vivir sin agua un día (por cierto, C., he estado a punto de convertirte en biólogo) y ambos coincidimos en que las hormigas mandan a una para que explore el terreno y si vuelve y trae comida avisa al resto y si no vuelve pensarán que el ser humano ha acabado con ella. Muy listas las hormigas pero, ¿sabían ustedes lo listas que se han vuelto las ratas?. Hace poco me leí un reportaje sobre ellas en El Semanal XL. El leer Firmin influye mucho. Antes no hubiera leído el reportaje donde pormenorizaban los avances en supervivencias de estos mamíferos (han aprendido a bucar, puden saltar un metro y una rata hembra no copula con un macho si este tiene diabetes, por ejemplo) y menos contemplado la foto de una rata en toda su extensión. Ahora me encantaría tener una en mi cuarto que leyera mis libros.

Las hormigas no comen papel ni roen libros. Por eso no están en mi cuarto sino en la cocina.

Este verano hemos tenido una invasión de hormigas. Desde que irrumpieron, estuve rumiando este post, iba postergando su escritura pero acumulaba anécdotas formícidas.

Fue al principio de verano cuando descubrí a las tipas en el escurridero. En hileras se movían pegadas a la pared. De niña me gustaba observarlas, ver cómo se "chocaban" a su paso y ponérmelas en el antebrazo donde se enredaban con el vello. Ahora me horroriza la idea de tener bichos en casa, sobre todo en la cocina y que a su vez provoquen otras invasiones (con las cucarachas del portal ya tengo bastante sustos). Así que me dedicaba a aplastarlas con el dedo. Con la misma furia con que le doy alpargatazos a los mosquitos en las paredes. Pero no es fácil acabar con ellas. Uno se pregunta qué sentirán ante semejante peso pero la presión es mínima. Creo que sólo se marean pues se quedan retorciéndose hasta que se recomponen y pueden moverse y emprenden la huida. Descubí que se movían por el filo del mueble pegado a la pared. Una zona recubierta por yeso por mi padre cuando nos mudamos pero que ahora presentaba pequeñas gritas.

Mientras, las hormigas seguían invadiéndolo todo. La peor experiencia ocurrió cuando me dispuse a comer un trozo de pan. En realidad era el bollo entero que había sacado de la bolsa del horno (sip, tengo la mala costumbre de mordisquearlo así). Cuando a la altura de la nariz vi una cosa negra pensé que era un trozo quemado hasta que vi salir de la mancha una cosa moviéndose. Apartando rápidamente el pan vi que eran un par de hormigas moviéndose. Por la corteza no veía nada. La negrura que yo había visto estaba en el interior. El pan estaba intacto pero por un lado, donde asomaban las migajas, se habían colado las tipas. Al abrir el pan aquello era un auténtico hormiguero. ¡Puaj!.

Pasaban los días y ya teníamos cuidado con las migas y otros restos de comida en el fregadero y fregábamos enseguida. Lo cual es un rollo. Por ejemplo, yo solía fregar dos veces al día o como mucho una por la noche. Ahora tengo que fregar después de cada comida y enseguida de almorzar (de las cosas que más detesto). Y estar pendiente del escurridero. Porque me fui dando cuenta que no era la comida lo que buscaban. O no era algo prioritario. A veces había migas y ellas no aparecían. En cambio, sí había grupos en los charcos de agua. Aquellos charcos debían antojárseles estanques. O tal vez se refrescaban pese a que no ha sido un verano excesivamente caluroso. Quizás haya sido su forma de veranear. Con los surcos que forma la superficie de aluminio más de una habrá creído estar en un parque acuático. "¡Refrésquense en los charcos de esta cocina!" les habrá anunciado la exploradora.

Cada vez venían menos (en cantidad y tiempo) desde que además de fregar nos preocupábamos de recoger enseguida los cacharros y secar toda la encimera. Y desde que taponé con silicona aquellos huecos por donde entraban.

Tienen gustos extraños porque la emprendieron con la bayeta escurridora. A veces ni las migas ni el agua; lo que les daba gustirrín era la Vileda. O los restos de Fairy. A saber qué sabor les gustaría. Otra imagen terrorífica fue encontrarme con la bayeta llenita de manchitas vivas en un pico y ver la hilera ordenada que venía desde un agujerito. Así que nos deshicimos de las bayetas y ahora colocamos la vajilla directamente. Lo cual es un rollo porque se resbalan y acaban los platos amontonados boca abajo.

Mi padre se pasaba todo el tiempo alertando que si descubrían el azúcar estaríamos perdidos. A mí aquello me parecía tan alarmista como en las pelis de aventuras cuando se pierden barriles de vino en los baros u otras mercancías. Per afortunadamente no han alcanzado la alacena.

A fecha de hoy llevamos una semana, lo cuál es un logro, sin hormigas. Casa 1 - hormigas 0.
Ni hormiguitas ni pardas. Me he pasado horas contemplándolas como Charlton Heston las miraba en su frasco de cristal.
¡Qué gran peli!. Pero para verla no para vivir la invasión de las hormigas (¿ni con Heston? jeje).

5 Comments:

Joselu said...

Mi padre siempre me hablaba con entusiasmo de esta película. Me producía horror la imagen de las terribles hormigas que destruían todo a su paso. Creo que cuando vi la película me impresionó menos que cuando me lo contaba mi padre. Un cordial saludo.

el aguaó said...

¡Increíble!, no me lo puedo creer. Acabo de terminar de leer tu entrada y posee una relación casi directa con el caso de mi casa. Y digo casi porque en mi casa no llegaron a invadir ningún bollo o viena, el pan quedó a salvo, el azucar también, y tan sólo hubo una mini-invasión que, como bien argumentas, estaría interesada en el agua de la encimera.

Me ha ocurrido estando en la playa. Allí no tenemos lavavajillas, así que fregamos después de cada comida, pero aún así, aparecían hormigas en el tiempo que transcurría entre medio. No eran muchas, apenas cutro o cinco desperdigadas. Tanteando el terreno. Pero un día descubrimos ese pequeño río negro. Y no puedes imaginarte de dónde salían... ¡de los agujeros de un enchufe!. Gran capacidad ergonómica.

Casos de invasión tuvimos un año que alquilamos un chalet en la playa. Recuerdo que nos íbamos toda la familia de mi padre: abuela, tíos, tías, primos... todos. Una noche salimos a tomar algo y dejamos una pata de jamón que teníamos sobre la encimera. Cuando volvímos, habían realizado un hormiguero en su interior. Huelga decir que la tiramos íntegra, sin intentos de limpiado.

Hay que tener cuidado con las hormigas pues, aunque no son las cucarachas (a las cuales odio), son muy puñeteras.

Buena entrada querida Zinquirilla.

Un fuerte beso.

Adolescente18 said...

Me encanta esta película. Me la compré en dvd para mi colección jajajajaja

Ains...Me encanta Eleanor Parker de buena (aunque en "Sonrisas y lágrimas" de mala está perfecta también).

Por cierto...nunca llegaré a comprender "De repente, el último verano" (con tu actor fetiche, Taylor y Hepburn)

¿Sabías que las escenas de flash back están rodadas en la Costa Brava?

Besitossssss

Alquimista said...

Pues yo, si quieres ver unas hormigas temibles, te recomiendo una de mis pelis preferidas de ciencia ficción de los 50: "La Humanidad en peligro" (Them!, 1954). Saludos!

Zinquirilla said...

Joselu, el entusiasmo con que tu padre te contaba la peli poniendo énfasis en las escenas más terroríficas es el buen recuerdo que guardas de la peli. A mí me pasa algo parecido, pues es de las que recuerdo muy de niña y el verla después, cambia mucho, aunque Heston es mucho Heston, jeje.

Vaya, vaya, veo Aguaó que hemos sufridosimilares experiencias con las dichosas hormigas. Me alegro que te guste el post.

Adolescente18 a mí también me gusta mucho Eleanor Parker, en El hombre con el brazo de oro está soberbia. Te contesto en tu blog a lo de De repente el último verano con mi actor prefe (eso de actor fetiche, aarrgg, me da grima).

Ya recuerdo que quisiste Alquimista que la viéramos pero creo que esas hormigas me darían mieo, jeje.

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