Llevo días apesadumbrada y en constante reflexión. Darme cuenta de los hechos, asumirlos e integrarlos en la dinámica de mi día a día me cuesta bastante.
Podría tratarse de mera cuestión sentimental pero la hondura de las acciones me llevan a remontarme muchos años atrás y plantearme muchas cuestiones de mi forma de ser y cómo interactúo con las personas.
Con aquellas personas que me han mostrado un cariño que no he visto o que no he correspondido como merecían. A estas alturas me planteo el amor que sentí por J.A. y sobre todo me ronda por la cabeza qué he sentido por J.
Me aferro al trabajo porque es la única parcela lógica que veo ahora en mi vida. Es una isla diminuta en medio de borrascas que descargan ráfagas de dolor, tristeza, perplejidad, inseguridad acrecentada; vestigios de posturas acomodaticias que luchan por permanecer en mi vida cotidiana alimentándose de las horas de soledad.
Me irritan los cambios sobrevenidos, el tener que aprender de los errores cometidos. Busco la calidez uterina de mi mundo de antaño donde la inseguridad y la alegría desmedida campaban a sus anchas. Me siento vieja para crecer, para creer en la fuerza positiva que puede tener una crisis en mi vida, donde podría salir apostando por la imaginación que me regenerara.
En el cielo gris de hoy las nubes se mueven gráciles aun cuando no sopla el viento. Pero giro la cabeza ante la metáfora de la ventana. Aferrándome al ayer, al pasado, a las horas fallecidas, a los porqués. Con destellos de serenidad para querer relativizar las cosas. Con ansias de que pasen los días y los momentos, con tardes larguísimas y noches cortísimas. Sin hablar y en permanente soliloquio imaginario.
Recomponiendo las piezas del puzzle que no encajan, planteándome mil vías de reconstrucción, frenando en vano en la caída y avanzando a tientas en el desaliento.
Deseo permanecer sola; tal es el miedo a herir a los demás. Incluso a mi hermana que es a la que más debo cuidar. Anhelo pasar de puntillas entre la gente, no más huellas que se borrarán, no más lazos que se romperán. Lo curioso es que llevo años respirando en mi burbuja y no era consciente de lo que transpiraba.
El hacer el bien puede convertirse en una obsesión y ahora me planteo el daño que puedo llegar a hacer. Y el tinte de estulticia que lo tiñe todo puede llegar a ser insufrible. Seguiré reflexionando. Sobre lo ocurrido, sobre mi forma de ser y sobre cómo encauzar mi vida.
Podría tratarse de mera cuestión sentimental pero la hondura de las acciones me llevan a remontarme muchos años atrás y plantearme muchas cuestiones de mi forma de ser y cómo interactúo con las personas.
Con aquellas personas que me han mostrado un cariño que no he visto o que no he correspondido como merecían. A estas alturas me planteo el amor que sentí por J.A. y sobre todo me ronda por la cabeza qué he sentido por J.
Me aferro al trabajo porque es la única parcela lógica que veo ahora en mi vida. Es una isla diminuta en medio de borrascas que descargan ráfagas de dolor, tristeza, perplejidad, inseguridad acrecentada; vestigios de posturas acomodaticias que luchan por permanecer en mi vida cotidiana alimentándose de las horas de soledad.
Me irritan los cambios sobrevenidos, el tener que aprender de los errores cometidos. Busco la calidez uterina de mi mundo de antaño donde la inseguridad y la alegría desmedida campaban a sus anchas. Me siento vieja para crecer, para creer en la fuerza positiva que puede tener una crisis en mi vida, donde podría salir apostando por la imaginación que me regenerara.
En el cielo gris de hoy las nubes se mueven gráciles aun cuando no sopla el viento. Pero giro la cabeza ante la metáfora de la ventana. Aferrándome al ayer, al pasado, a las horas fallecidas, a los porqués. Con destellos de serenidad para querer relativizar las cosas. Con ansias de que pasen los días y los momentos, con tardes larguísimas y noches cortísimas. Sin hablar y en permanente soliloquio imaginario.
Recomponiendo las piezas del puzzle que no encajan, planteándome mil vías de reconstrucción, frenando en vano en la caída y avanzando a tientas en el desaliento.
Deseo permanecer sola; tal es el miedo a herir a los demás. Incluso a mi hermana que es a la que más debo cuidar. Anhelo pasar de puntillas entre la gente, no más huellas que se borrarán, no más lazos que se romperán. Lo curioso es que llevo años respirando en mi burbuja y no era consciente de lo que transpiraba.
El hacer el bien puede convertirse en una obsesión y ahora me planteo el daño que puedo llegar a hacer. Y el tinte de estulticia que lo tiñe todo puede llegar a ser insufrible. Seguiré reflexionando. Sobre lo ocurrido, sobre mi forma de ser y sobre cómo encauzar mi vida.
5 Comments:
Hay muchas veces que hay que dejar de pensar.
Las crisis personales no son buenas pero hay que saber sacarles provecho. Tú debes ser una persona, por la sensación que me ha dado siempre tu blog, excelente.
Abrete, quiérete y tira para adelante que reaños y raza te sobran, no pienses tanto y haz un poco más por ti misma.
Un beso y ya sabes que aquí, en este rincón, tienes un hombro para apoyarte.
El día que te conocí, allá por Santa Catalina me parecistes una chica un poco alocada, muy alegre, simpatica, amiga de todo aquél que se acercaba a ti y hoy te veo como muy triste, bastante pensativa y solitaria.
¡¡¡Así no te quiero ver más!!!
Y ya no te digo más pues Rafael te lo ha dicho todo.
Un beso enorme
NO COGÉ VENTAJA, me resulta curioso que digas lo de dejar de pensar porque las cosas que me han pasado (de lo que me he percatado ahora) las achaco, en parte, a no haber pensado sobre las mismas.
Muchas gracias por tus ánimos!
SEVILLANA, es verdad que soy bastante alegre y el ánimo de estos días dista mucho de serlo. Lo de alocada me lo tomaré como un cumplido xD
Muchas gracias a ti también!
Todo lo que ocurre es positivo, así que hay que intentar mirar hacia tras para corregir y coger impulso, no para deprimirse.
Pero si te apetece deprimirte y quieres desahogarte, estoy a tu disposicion
Mª JESÚS, te tomo palabra de lo segundo ;-)
Ya sé que es la opción más comodona pero en estos momentos me duelen demasiado los errores como para aprender de ellos (quisiera enmendarlos o no habelos cometido)
Muchas gracias, eres un sol!
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