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lunes, 15 de marzo de 2010

Científicos de curso legal



Quién no echa de menos aquellos arrugados billetes de 100, 500, 1.000 pesetas. Al margen de cuestiones económicas, aquellos billetes constituían un legado genuino de nuestra cultura. Mi padre solía coleccionar monedas y billetes. La colección no era grande ni importante, ni siquiera, que es lo que a mí me hubiera gustado, estaba formada por aquellos billetes que usaran mis abuelos o mis padres. No eran billetes arrugados en mil y una doblez, ni con bordes ajados cuando no roídos, tampoco encontrados en cajones de la casa de Escoberos o en el aparador verde de la casa de Juan Sánchez. Los compraba junto a sellos y vitolas en el mercado de la Plaza del Cabildo. Yo no he seguido con la colección que se mantiene intacta en voluminosos álbumes que desprenden un penetrante dulzón olor a cola.



Los niños que fuimos de los 80 sabíamos quiénes eran Falla, Bécquer o Rosalía de Castro antes de que nos hablaran de ellos en el cole. Los billetes, entonces, ya no eran tan grandes en tamaño ni tan pequeños en cantidades crematísticas (siempre me llamaban la atención billetes enormes de 50 y 25 pesetas que me recordaban al note de un millón de libras de la película de Gregory Peck) ni recogían los manipulados fastos de la historia del país entre yugos y flechas.



Me gustaba encontrarme con anotaciones en los billetes, que eran los mismos que me daba mi madre para los mandaos como quien despide un mal fario. El dinero, como se sabe, cuesta mucho y perderlo, más todavía. O no es grande la alegría cuando uno se encuentra con un billete. Alguna ventaja teníamos que tener los despistados y/o desordenados (de chica mi especialidad era encontrarme un billete dobladito de 100 pesetas en un monedero de piel de cocodrilo muy gastado que fue de mi abuela). Y no digamos ya cuando nos lo encontramos en la calle. Me refiero a un billete perdido, sin cartera y sin testigos. Eso le pasó a mi padre y hermana en una ocasión. Entraron en la pastelería Pozo de Sanlúcar de Barrameda y había una lechuga en el suelo. No había nadie en ese momento: ni clientes ni dependientas y con eso nos salieron gratis los pasteles de aquél día. Claro que en contrapartida ésa es nuestra desventaja (Yo dejé una nómina en el bus. La recuperé).


Los billetes de euros con sus colorines parecen hechos para el Monopoly. Ni siquiera repara uno en que cada billete representa una etapa del arte europeo como quiso diseñar Robert Kalina. Tan lisos, diríase que planchados por Trichet. Donde ya no se leen un TQ o un teléfono garabateado, no tienen el encanto de los de pesetas. En realidad de ninguno de los billetes patrios a los que fue sustituyendo. Los billetes son iguales en la zona euro y son las monedas -sólo en el reverso- las que presentan rasgos diferenciales con motivos que siguen los tópicos de los países pero que les imprimen su encanto. Ahí están las águilas germánicas, las arpas irlandesas, y las obras de arte italianas.

Todavía no he visto un euro austríaco con sus flores alpinas, ni los cisnes que revolotean en un euro finlandés o los muflones de Chipre. Con suerte he visto euros del Vaticano y hace tan sólo unos días, una alumna me pagó la clase con una moneda de 1 euro acuñada con la efigie de un poeta esloveno. Con el euro, no hablaremos de la inflación que hemos sufrido, se perdió la costumbre de coleccionar billetes europeos y creíamos que con el turismo y el comercio en general veríamos fluir todo tipo de monedas. Pero el rostro cervantino es el que más asoma de nuestros bolsillos. Y al que no vemos, lo denominan binladen.



En las monedas de euros abundan los símbolos y escasean los personajes, salvo los reyes. Estos últimos tan vistos y tan sobrantes podían dar paso a otras figuras. Eso ocurre en otros países no europeos donde mantienen la costumbre de homenajear a ilustres conciudadanos, aquellos que trabajaron y hicieron algo realmente importante. En ese sentido, la mayoría de nuestros personajes, como los que he citado arriba, habían destacado en el campo de las Humanidades. Después del asunto Antonio Pérez, la otra leyenda negra española es la carencia de científicos. Ramón y Cajal sí tuvo su billete y otro hubiera sido para Severo Ochoa.

No debería resultar extraño ver a científicos en los diferentes billetes de curso legal pero el que fabrica el dinero es el gobierno que se ve, por desgracia, en la imperiosa necesidad de hacer autopropaganda. En la mayoría de países se consideran más importantes a los presidentes pasados y actuales que a los que cambiaron el mundo con la ciencia y el conocimiento. En ocasiones, por fortuna, hay excepciones. Son pocos ejemplos y por eso esta web quiso recopilarlos.

Aquí aparecen una serie de científicos e inventores homenajeados en sus países de origen o vinculados a ellos (Einstein - Nikola Tesla - Pascal - Copérnico - Marie Curie):



6 Comments:

maria jesus said...

A mi marido le pagaron el primer sueldo de su vida y le dieron un billete de peseta que siempre guardó y ahora tengo enmarcado.

Es interesante y real lo que cuentas. Como tengo una lotería, por mis manos pasan monedas de todos los paises y la verdad es, que llega un momento, que si te fijas en ellas es para cercionarte de que no son falsas

Zinquirilla said...

Mª Jesús, tu historia es también muy interesante. Todos recordamos nuestro primer sueldo y lo que hicimos con él pero el dinero se va, tu marido fue muy original en ese sentido.

PEDROHUELVA said...

Muy interersantem estas entrada, lo del billete de 500 pts, eran los Billades, de aquella epoca, no los veia nadie.

Emotivo tambien el comentario de maria Jesus. Guardar el primer sueldo del esposo, es realment emotivo.

saludos.

chema said...

interesantísima entrada, zinquirilla. yo hace unos meses escribí una entrada de nostalgia en mi blog alrededor de la imagen escaneada de un billete de 10o (de los de manuel de falla) que tenía guardado en un cajón.
esos billetes de 100 estaban en el período que se encuentra en el límite entre lo que llego a recordar y lo que no. al igual que los de 1,000 en los que salía cervantes, que fueron sustituidos por los de benito pérez galdós.
el de 500 de rosalía de castro lo recuerdo. también había de 200, en los que salía leopoldo 'alas' clarín (creo que tengo uno guardado por ahí), y de 2,000, en los que salía juan ramón jiménez.
los de 5,000 y 10,000 tenían más categoría, ya que en los primeros salía el rey, y en los segundos el príncipe felipe, si no recuerdo mal.
es curioso, antes de llegar el euro, y durante un período de tiempo considerable, hubo nuevos billetes que sustituyeron a los que he nombrado, pero apensas los recuerdo. de esa época de transición sólo recuerdo la moneda de 25 perforada.
en cuanto a los euros, de vez en cuando cae en mis manos alguna de otro país (por ejemplo, de alemania, con la puerta de brandenburgo), pero no me suelo fijar demasiado. a partir de ahora me fijaré, porque creo que es un ejercicio interesante. así podré discernir, como tú haces, cuáles son más fáciles de encontrar y cuáles no.
los billetes de euros están ordenados de manera que cuanto mayor valor tienen mayor es el área del rectángulo que forman. ordenados de menor a mayor valor, cada uno respecto al anterior tiene al menos uno de los lados del rectángulo más largo y el otro como mínimo igual.
los valores de las monedas y billetes de euro vienen a ser las potencias de 10, sus dobles (2 por una potencia de 10), y sus mitades (5 por una potencia de 10). serían: 0.01 (un céntimo), 0.02, 0.05, 0.10, 0.20, 0.50, 1, 2, 5, 10, 20, 50, 100, 200, y no sé si hay alguno mayor, ahora lo miraré en tu post y saldré de dudas.
perdón por este rollo, pero este tema me encanta... ;)

Zinquirilla said...

Pues sí Pedro, en todas las épocas ha habido un billete a lo binladen. Pásate por el blog de María Jesús, es tan ameno y sencillo como los comentarios que siempre me deja.

Chema, me alegro que te guste la entrada, buscaré la tuya. Cuando dejamos las pesetas recuerdo que en casa mi madre dijo que guardáramos algún billete, yo le secundé pero luego acabé cambiándolos todos, y sólo me quedé con monedas (mi madre sí guarda un billete de mil pesetas). Y para nada es larga tu entrada, en todo caso también me ha parecido muy interesante. Si hay algo que me gusta es aprendder y no sabía eso de las medidas.

Yo tuve en mis manos 1.500 euros en 3 billetes de 500. Fue allá por 2001 cuando me compré la mantilla. Recuerdo que lo que había ahorrado fui a cambiarlo al banco y me lo dieron sin problemas, hoy ya no te dan ni un billete de 100 euros cuando pides que te cambien 2 de 50.

En las monedas me fijo mucho. Euros italianos y sobre todo alemanes hay muchos, y holandeses e irlandeses también he visto. Hay más que franceses o portugueses por ejemplo.

¡Saludos a los dos!

Mª Rosa Rodríguez Palomar said...

Guardo mi primera nómina, el dinero tuve que gastarlo, y recuerdo aquellos billetes marrones, cien pesetas, ¿quieres saber algo? en mi Primera Comunión, dentro de esa "limosnera" que llevabámos las niñas en la cintura, me iban metiendo el dinero que me regalaban y la mayoría de los invitados me daban un billete de esos, marroncitos, y era un buen regalo, ¡ya ves!.

Una entrada que he disfrutado, recordando la imagen de algo con lo que convivimos mucho tiempo, dinero, eso que puede comprar casi todo, pero falta el casi.

Un beso

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