Aunque me gustan las estatuas, más por su valor estético y función ornamental que por representación de un personaje; y me paro a leer las placas de hechos que ocurrieron en determinada calle o edificio, no me sumo a iniciativas ciudadanas de homenajear a un personaje, pero comprendo ese gusto de los colectivos sociales de destacar la figura de alguien como símbolo individual de la misma labor que hacen muchos, probablemente anónimos.
Estos días atrás, la penúltima polémica de baja política que nos ofrecen Pp y Psoe nos habla de reconocimientos y de discriminaciones.
Un diputado del Pp propone colocar una placa en el Congreso dedicada a la madre Maravillas que nació en una de las dependencias adquiridas. Bono, inspirado quizás en su milagro capilar o tal vez por esa amalgama falangista y socialista que sólo en él felizmente convergen, lo admite a trámite pero una diputada del Psoe prefiere ausentarse de la votación. Se ve que la desidia del hemiciclo es altamente contagiosa. Ciu apoya la iniciativa pero faltaba ese perejil que escabecha todos los triunviratos posibles y Erc dice que de reconocimiento a una monja que nanay que España es muy aconfesional y está camino de convertirse en laica, en esa verborrea inútil que nos transmiten cuando confunden ambos sinónimos.
A raíz de la controversia sabemos, al menos yo, que dentro del Congreso hay tres placas: a los Reyes, a los periodistas que cubren las sesiones (realmente se merecen un monumento por el coñazo que tienen que aguantar) y a Clara Campoamor, emblema del sufragio femenino. Yo, como mujer le debo más a ella que a la madre Maravillas pues a fecha de hoy puedo ejercer libremente mi voto. En cambio no recibí ninguna de las ayudas materiales que la madre carmelita realizó. Tan sólo si mi madre le tuviera devoción, puede que recibiera de ella algún tipo de gracia divina como ocurre cada vez que mi madre se encomienda a madre Angelita y me sale un trabajo.
Si en una de las casas adquiridas por el Congreso hubiera nacido Juana Guzmán (personaje ficticio), sindicalista y lesbiana, hace tiempo que se hubiera puesto una placa señalando ese hecho. Ser sindicalista y lesbiana es motivo de orgullo pero no es meritorio. La vida entregada de una mujer que sin moverse de una habitación promovió la construcción de viviendas para familias necesitadas y dispensarios para enfermos sí es meritoria. Pero como es religiosa se alega que vulnera los derechos constitucionales. ¡Cuánta ignorancia!. No se le reconoce por ser religiosa o haber sido santificada sino por sus obras (como en su día señaló La Pasionaria).
Los siglos que median entre Ricardo I y Oliver Cromwell y no los metros que separan ambas estatuas en Londres es la distancia que nos falta por recorrer en una unidad nacional que no tenemos.
Estos días atrás, la penúltima polémica de baja política que nos ofrecen Pp y Psoe nos habla de reconocimientos y de discriminaciones.
Un diputado del Pp propone colocar una placa en el Congreso dedicada a la madre Maravillas que nació en una de las dependencias adquiridas. Bono, inspirado quizás en su milagro capilar o tal vez por esa amalgama falangista y socialista que sólo en él felizmente convergen, lo admite a trámite pero una diputada del Psoe prefiere ausentarse de la votación. Se ve que la desidia del hemiciclo es altamente contagiosa. Ciu apoya la iniciativa pero faltaba ese perejil que escabecha todos los triunviratos posibles y Erc dice que de reconocimiento a una monja que nanay que España es muy aconfesional y está camino de convertirse en laica, en esa verborrea inútil que nos transmiten cuando confunden ambos sinónimos.
A raíz de la controversia sabemos, al menos yo, que dentro del Congreso hay tres placas: a los Reyes, a los periodistas que cubren las sesiones (realmente se merecen un monumento por el coñazo que tienen que aguantar) y a Clara Campoamor, emblema del sufragio femenino. Yo, como mujer le debo más a ella que a la madre Maravillas pues a fecha de hoy puedo ejercer libremente mi voto. En cambio no recibí ninguna de las ayudas materiales que la madre carmelita realizó. Tan sólo si mi madre le tuviera devoción, puede que recibiera de ella algún tipo de gracia divina como ocurre cada vez que mi madre se encomienda a madre Angelita y me sale un trabajo.
Si en una de las casas adquiridas por el Congreso hubiera nacido Juana Guzmán (personaje ficticio), sindicalista y lesbiana, hace tiempo que se hubiera puesto una placa señalando ese hecho. Ser sindicalista y lesbiana es motivo de orgullo pero no es meritorio. La vida entregada de una mujer que sin moverse de una habitación promovió la construcción de viviendas para familias necesitadas y dispensarios para enfermos sí es meritoria. Pero como es religiosa se alega que vulnera los derechos constitucionales. ¡Cuánta ignorancia!. No se le reconoce por ser religiosa o haber sido santificada sino por sus obras (como en su día señaló La Pasionaria).
Los siglos que median entre Ricardo I y Oliver Cromwell y no los metros que separan ambas estatuas en Londres es la distancia que nos falta por recorrer en una unidad nacional que no tenemos.
3 Comments:
¡Muy buena entrada!
Lo que tú planteas es objetividad, y en la contínua guerra a muerte de nuestros partidos políticos, la objetividad es imposible. Todo es susceptible de ser un arma arrojadiza.
Yo no soy religiosa, pero creo que antes que monja se es mujer, y se la debería juzgar como mujer. Si fue una mujer notable, pues que le pongan una placa.
Aquí somos bastante ingratos con nuestros notables. Si Napoleón hubiese nacido en España, no quedaría rastro de él ni en los libros de historia, mientras que en París su memoria está presente en los lugares más emblemáticos.
Un besote
Una estupenda entrada en la que suscribo todo lo que apuntas. Realmente la ignorancia de un pueblo se hace más grande cuanto más olvida su historia, pero peor que olvidar su historia es olvidar a los protagonistas de hechos memorables y loables, aunque incluso los que no fueron tan loables deberían ser recordados, quizás para que no se repitieran.
En fín, los españoles somos diferentes, tanto que a veces caemos en el más horrible de los ridículos.
Un beso
Este tema ha sido posteado en infinidad de blogs y casi todos coincidían en el bochornoso espectáculo al margen de la cuestión religiosa que aquí se ha discriminado en vez de mirar a la persona.
Gracias por vuestros comentarios Io y Shikilla.
Post a Comment