El año que vivimos la crisis (1ª parte): Mi padre apostó por la informática

En mi familia, muy real como todas a diferencia de la irreal que no vivirá la crisis hasta que Leonor trabaje de corresponsal en Londres, vivimos una particular crisis económica que como toda penuria quedó grabada en mi memoria cual infante dickensiano.

Ocurrió a mediados de los años 80 y se debió al cambio de trabajo que experimentó mi padre. En realidad, más un cambio de empresa y de objetivos, que de trabajo en sí. Porque el cambio radical lo había hecho de joven cuando tornó, repentinamente, su vocación. Dejó el seminario cuando se enamoró de mi madre. ¡Qué romántico!, ¿verdad?

Pese a que había estudiado Filosofía y Letras, mi padre siempre ha trabajado como gerente y sólo en 2 empresas. Entró en Olivetti y terminó en Fujitsu. Como él dice, sembró toda la provincia de Sevilla, la mitad de Andalucía y parte de Extemadura de máquinas de escribir y ordenadores. A estas alturas tiene multitud de anécdotas, algunas referidas a personas conocidas como el cardenal o la reina a las que ha tratado y su carácter extremadamente social y sevillano no han hecho más que redundar en ello. Ahora sigue en activo con la telefonía (ya ven que se apunta a la tecnología más puntera, jeje) y su vida social a veces supera la mía (ahora mismo es friday tonight y sólo yo ocupo la casa).

Mi padre tuvo la certera intuición de ver el final de las máquinas de escribir y ver el futuro de los ordenadores. Lo hizo dejando la empresa, apuntándose al paro con cuarenta año y una familia y tras un breve paréntesis en Secoinsa pasamos de comer gracias a los italianos, a los japoneses.

Pero mi padre nunca ha sido usuario de tales tecnologías. Nos animaba a mi hermana y a mí. Por ejemplo a mi hermana le regaló con 8 años una máquina de escribir y a mí con la misma edad un ordenador. Yo he hecho bastante uso de esa vieja máquina de escribir porque me encantan, sobre todo las antiguas de corresponsales. En cambio nunca hice caso del ordenador hasta que descubrí Internet (allá por el 95, es un post que tengo pendiente). En casa mi padre nunca ha arreglado un video, actualmente no manda sms y sigue cogiendo el ratón con los dedos agarrotados.

A decir verdad notamos más el cambio a mejor que la momentánea circunstancia y los noventa conocieron nuestra mejor época. Actualmente mi hermana y yo vivimos con nuestros padres y de nuestros respectivos sueldos, bueno ella está mejor que yo pero es que nunca me planteé trabajar (lo cuál da para otro post).

La crisis la superamos pero a costa de algunos tejemanejes. Continuará...

En el próximo post: mis peripecias para ir al colegio.

Nota: Mi padre no es, obviamente, el señor de la foto, porque en aquellos años lucía una barba que lo hacía más atractivo aún. La prueba es que yo no he salido a él :D

Mi padre tampoco sabe lo que es un blog aunque me note muchas veces encerrada en mi cuarto aporreando el ordenador. Eso sí, le hubiera encantado este post, con lo trabajador que ha sido toda su vida al igual que mis abuelos.

Un besito papi.