Lo que empezó como un problemilla del ordenador (tardaba en encenderse) ha acabado convirtiéndose en todo un apagón tecnológico (me quedé sin internet cuando la madre de todos los virus atacó mi equipo). Y en parte sigue pues me han puesto un disco duro provisional mientras intentan reanimar el mío. Tengo internet desde el viernes pasado pero ha sido el período de tiempo más largo que, a la par consciente e inconcientemente, he estado sin conexión a Internet. Durante los primeros días me resultó un fastidio, luego la avalancha de trabajo (terminando un curso de la Universidad por la tarde que ha coincidido con el final de las clases en la academia en plena época pre-Selectividad) me dejaba tan escaso tiempo libre que no me daba cuenta de la ausencia y este finde me he involucrado en un proyecto que ha surgido en las Salesianas que me va a ocupar parte del verano y espero continuar en septiembre.
Hay una idea que me acompaña últimamente: que el mundo y las cosas son "así" y son tan "asín" que son irremediables. Quién habla de Haití, quién hablará de Sudáfrica. Sus desgracias y alegrías quedarán en las hemerotecas pero el día a día de haitianos, de sudafricanos y de los seis mil milones de almas que habitamos este mundo cambiante y sin embargo siempre desafiante para el hombre; sigue en su sempiterna marcha, sólo interrumpida cuando nos apeamos de este tren en marcha.
Hay una idea que me acompaña últimamente: que el mundo y las cosas son "así" y son tan "asín" que son irremediables. Quién habla de Haití, quién hablará de Sudáfrica. Sus desgracias y alegrías quedarán en las hemerotecas pero el día a día de haitianos, de sudafricanos y de los seis mil milones de almas que habitamos este mundo cambiante y sin embargo siempre desafiante para el hombre; sigue en su sempiterna marcha, sólo interrumpida cuando nos apeamos de este tren en marcha.
Desde jovencita sentí el impulso de cambiar el mundo pasando antes por mi propio cambio, como decía Gandhi. Siempre he pensado que a nivel global, hay cosas que no cambian, que ha habido y habrá injusticias y guerras, muerte y destrucción. Y que en medio de todo mal siempre habrá un bien, una buena persona, una buena acción. Y que no hace falta irse a las misiones porque es tu vecino el que lo pasa mal. Hoy día con la crisis económica este hecho es más palpable aún. Pero hasta qué punto estamos anestesiados. O es que necesitamos otra revolución francesa que trastoque los órdenes establecidos.
Pero qué somos si no gotas de agua en el océano o granitos de arena en el desierto.
La vida es aquello que transcurre mientras hacemos planes, dijeron en cierta ocasión. Pero tiene una belleza y una fuerza que nos lleva a querer vivirla, exprimirla y dar lo mejor de cada uno. Porque cada uno es único y lo que aporta será también único.
Pasear con un amigo, almorzar con la familia, leer con un niño, saludar al vecino, sonreír al conductor del autobús, explorar tu corazón que es bien grande y tender una mano. O mejor aún, las dos que tenemos.
4 Comments:
interesante reflexión, zinquirilla. cuando en los libros de historia hablan del ambiente previo que había antes de una guerra civil o una revolución, para mí se asemeja mucho a lo que vivimos hoy en día: paro, estancamiento económico, malestar con la clase política... lo que pasa es que ahora la gente está 'anestesiada' como tú dices, y es muy improbable que estalle una revolución. no hay ni recursos ni convicción para ello...
CHEMA, como bien apuntas, se da ese contexto en la Historia y mis propias ideas no dejan de estar influenciadas por el conocimiento de la misma. No quisiera yo una guerra o una revolución por la destrucción y violencia que conllevan pero no entiendo la falta de acción.
De todos modos me doy cuenta que no todo es tan negativo, la mejor noticia del día ha sido
ésta.
Aprovecho esta entrada, y no hacer offtopic demasiado descarado, para despedirme, por un tiempo, de una amiga de la cibercosa.
Voy a estar un tiempo, seguramente uno o dos meses, quizá más, quizá menos, sin postear ni comentar por los blogs ni por el FB. En definitiva, Internet poco estos meses de verano.
Como mucho, abriré el e-mail, y porque tengo contacto con amigos por él.
El motivo principal lo expondré en una próxima entrada.
Pero si hay que poner otro motivo, añade verano y buen tiempo a tu último párrafo, es decir, las cosas que de verdad hacen la vida, que son las pequeñas de todos los días, y no tanto los planes a medio o largo plazo.
Esos planes son, en parte, el motor de la vida, junto con la ilusión que sacamos de ellos, pero no lo son todo, y encima si no los logras, causan amargas decepciones. Éstas también son parte de la vida, pero hay que aprender a vivir con ellas y no marcarse metas demasiado ambiciosas.
Tampoco creo que vaya a hacer un cambio radical en el mundo yo solito. Con lo que vamos haciendo (y nos hacen, estoy muy agradecido por muchas cosas también) en el entorno cercano es más que no hacer nada. De hecho el resto del mundo empieza donde acaba tu casa, ¿no?
Que pases un feliz verano y ya te avisaré si quieres cuando regrese. Espero, además, hacerlo con algo de música de mi propia creación.
Te mando un beso y un abrazo desde Valencia.
JOSÉ GDF, algo había leído en el wall de Facebook pero te agradezco el detalle de la visita comentando tu despedida, que espero que sea un descanso.
Al final no haces off topic porque comentas el post añadiendo algo en lo que coincido como es el valor de las pequeñas cosas. Precisamente el verano y el buen tiempo ayudan a regocijarnos en esos detalles y a valorarlos. Y sí, muchas pequeñas cosas individuales hacen grandes cambios en el mundo.
Espero que descanses a tope este verano y te lo pases muy bien con tu mujer y los amigos. Y sí, pásate por aquí cuando quieras, lo de la música propia suena muy bien :-)
Recibe un fuerte abrazo de una amiga sevillana de la Blogosfera.
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